¡Yo maté al WhatsApp!
Lo hice hoy a eso de las tres de la tarde y sin compasión. Al principio dudé un rato de si debía pero al final me decidí sin dilación. Seleccioné la aplicación, presioné unos segundos y acabé con ella de un solo golpe. Después quedé pensativo de si en verdad había obrado correctamente pero mis entrañas me dieron la razón. Ya no sentia esa sensación de asco. Fue entonces cuando comprendí que había hecho bien, tal vez había tardado demasiado en hacerlo y no actuar mucho antes.
Así acabo todo para nuestra relación; rápido y sin dilación alguna como se deben de hacer estas cosas.
r.c.calderón
Puede parecer una novela de suspense y crimen de esas de la señora Agatha Christie
o alguna cosa parecida pero no, no es ninguna historia, texto o
pensamiento profundo ni mucho menos. Es la realidad y va acompañada de
una queja social que quiero compartir y si puede contribuir a una vuelta
de tuerca pues mucho mejor.
Hace unos días — el 8 de febrero para ser exactos—
publiqué una entrada en la que decía que había encontrado algo bueno en
el WhatsApp y en verdad lo era, y es, aunque por aquellos lares, ya mi
conciencia y paciencia —sírvase la redundancia— ya estaban mermandose
con aquella aplicación tan intrusiva y avasalladora. Me estaba cansando
de aquellos sonidos a todas horas reclamando mi presencia y como si de
un cornetín de toque de diana, tocaba para que me pusiera en marcha
atendiendo su egoísmo idolatrado por tantos.
Hoy
quiero revindicalizar algo que creo se está pasando de madre y nos va a
llevar a mal puerto, y es el hecho irrefutable que nos nos estamos
enjorobando de tanto estar pegados a nuestros smartphones y nuestra
sociabilidad con las demás personas se está quedando a la altura de unos
simples y asquerosos mensajes de texto. ¡Y todo esto porque es gratuita
la cosa! ¡Esa es la razón!
Al principio de los tiempos las personas
salíamos a la calle y nos mirábamos a la cara, nos decíamos cosas,
hablábamos y expresábamos nuestras inquietudes y hasta la próxima vez
que nos viésemos. Hacíamos por salir a la calle a ver a nuestros amigos y
teníamos otros tipo de relación más apegada y cariñosa. Hoy en día
nuestros amigos se han convertido en negreros controladores, que si no
respondes en menos de un minuto a sus estúpidas chorradas por el
WhatsApp, pues te recriminan hasta más no poder. Te preguntan donde
estás, qué haces, donde vas, si duermes si comes ¡BASTA YA! ¡NO TODOS LOS AVANCES SON BUENOS O MEJORAN LA SOCIEDAD!
Tal vez en un primer momento aplicaciones
como el WhatsApp pudieron parecer útiles y medios de ahorro, pero lo
que yo estoy viendo es a personas, adquiriendo smartphones y pagando
tarifas de internet por el simple hecho de usar esta dichosa aplicación.
¿Saben ustedes la de mensajes que se deben de mandar al cabo de un mes
para rentabilizar un conexión a internet con los mensajes gratuitos?
Sírvase gratuito como una mera expresión coloquial porque de gratuitos
nada. ¿Qué no dicen ustedes? ¿Entonces que me dicen de sus tarifas
planas de acceso a internet? ¿Cuanto les cuesta? Eso por no mencionar el
tiempo que se pierde con esta dichosa aplicación, porque cuando no es
fulano, es mengano el que te escribe y manda. Se de propia experiencia
de personas estar comiendo con el teléfono al lado y atendiendo a los
dichosos mensajes del WhatsApp, por no decir el engorro, fastidio y, la
mala educación que supone estar comiendo con un teléfono en las manos y
molestando con los constantes pitidos a los demás que está a tu lado.
Quiero reivindicar que no nos dejemos controlar y esclavizar por los gurús de la tecnología y pensemos en nosotros mismos. No vayamos como borregos a comprar y adquirir lo primero que saquen al mercado, seamos críticos y porque no, un tanto piratas. Vayamos a contracorriente y no seamos simples Grandes Hermanos de George Orwell. Luchemos contra el control de los estamentos y seamos libres pensadores.
Creedme si os digo que las nuevas
tecnologías nos acabaran separando en cierta medida si no las paramos de
un solo golpe. Están realizadas para recopilar información del usuario y
poder establecer un patrón de venta y compra hacia el mercado
consumista. Y si ustedes no me creen pues tan solo tienen que seguir
pegados a sus smartphones y al tiempo. Porque no es que diga que no se
utilice toda esta modernidad y avances, tan solo digo que volvamos a
llamar a la puerta de un amigo y no nos conformemos con un simple
mensaje de texto. Alcemos la mirada y no la bajemos, porque de esta
manera no podremos ver los colores de esta vida que nos ha tocado vivir.
Por eso yo digo: ¡BASTA YA!
http://labibliotecadelfauno.com/2013/02/16/yo-mate-al-whatsapp