Segunda carta abierta a Regás por su reiterada "monstruosidad"
“Hay personas que nacen con un cuerpo
perfecto y van por la vida llenos de negra desesperación. Otros, a pesar
de no tener brazos ni piernas, llevan una vida llena de paz y sin
preocupaciones. La incapacidad física no tiene nada que ver con ello”. Hashiya Hirodate Ototake (Escritor japonés sin brazos ni pies).
Estimada Sra. Ex-Directora de la Biblioteca Nacional de España Doña Rosa Regás: El pasado 6 de agosto, publicaba usted por segunda vez en menos de diez días, en su blog denominado “Ellas” y alojado en el periódico digital de El Mundo, un artículo referido a los niños concebidos con alguna discapacidad, esta vez titulado “Talidomida”, en el que vuelve usted a llamar “monstruos” a los niños concebidos con alguna discapacidad, y en el que nuevamente vuelve Vuestra Merced a defender que se puedan matar estos niños discapacitados en el vientre de sus madres, antes de llegar a nacer, mediante la legalización del aborto eugenésico, al mismo tiempo que intenta realizar un desesperado intento por justificar lo injustificable: la ejecución de niños inocentes e indefensos en el vientre de sus madres por el único motivo de que no sean tan perfectos como lo es usted.
Sra. Regás, en contestación a su anterior artículo referido a este mismo tema, y que publicó usted días antes, ya le remetí una carta de siete folios el pasado uno de agosto, que usted no ha podido, no ha sabido o no ha querido contestar. Pero como veo que sigue sin comprender nada de lo que le he dicho, y sin aceptar que la vida de todos los seres humanos tiene el mismo valor, procedo a contestarle nuevamente a su último y lamentable escrito.
Tenga usted la seguridad que le escribiré tantas cartas como hagan falta, hasta que su mente llegue a comprender que no existe el derecho a matar, existe el derecho a vivir. Como decía Marithe Lozano, “La discapacidad no está en las personas faltas de una parte de su cuerpo, está en la mente de muchas que se dicen sanas”.
Hace sólo tres días, he visto nacer a mi segundo hijo, y aunque hubiera nacido sin brazos o sin piernas, y aunque desarrolle alguna enfermedad de cualquier tipo en el futuro, lo amaré exactamente igual. Mirando la carita de mi hijo recién nacido, me cuesta mucho trabajo comprender que existan personas y mentes retorcidas como la suya, que prefieren ver tirados en un cubo de basura estos angelitos inocentes e indefensos, por el simple hecho de haber sido concebidos con alguna enfermedad, antes que verlos en los brazos de sus padres recibiendo todo el amor y cariño que cualquier niño necesita y se merece. Entremos a analizar detenidamente su escrito titulado “Talidomida”.
En el primer párrafo del mismo, y en su búsqueda desesperada por encontrar argumentos de algún tipo a sus planteamientos nazis, en defensa de la eliminación impune de seres humanos con malformaciones congénitas, hace referencia usted, a un artículo escrito por un cineasta francés hace medio siglo, en 1962.
Que la opinión de un cineasta, de mediados del siglo pasado, sea toda la argumentación jurídica y científica que usted sea capaz de aportar para defender la cultura de la muerte, y la eliminación de personas concebidas con discapacidad, a través del aborto eugenésico, me parece francamente lamentable y patético, de una gran pobreza moral e intelectual y sobretodo, digno de una persona sin corazón. En el segundo párrafo, dice usted textualmente:
Yo estaba muy al final de mi tercer embarazo y para no equivocarme fui al Diccionario de uso del español de María Moliner en busca de una definición correcta: "Monstruo, ser que tiene alguna anormalidad muy notable y fea"
Con gran miopía intelectual, persiste usted en su error de seguir denominando “monstruos” a los angelitos que han sido concebidos con alguna discapacidad o enfermedad: niños con espina bífida, niños con síndrome de Down, sordos, etc.… y para ello recurre a una supuesta definición de la palabra “monstruo” de María Moliner. Pues bien, Sra. Regás, utilizando esa misma definición que usted cita, permítame que le diga con todo el cariño del mundo que su persona se encuadra perfectamente en la definición de monstruo de María Moliner, y permítame que se lo explique.
Usted, Sra. Regás, cumple los tres requisitos que se exigen para ser calificada una persona como monstruo según María Moliner.
El primer requisito, es tener alguna anormalidad, como usted tiene. Las personas normales, Sra. Regás, desde el punto de vista estadístico y desde el punto de vista del sentido común, sienten compasión y deseos de ayudar a las personas enfermas, discapacitadas e indefensas. Una persona normal, con sentido común y sin atrofias mentales ni intelectuales, siempre sentiría respeto, y solidaridad hacia niños discapacitados, dentro y fuera del vientre de su madre. Una persona anormal, preferiría matar estos seres humanos antes de que nacieran, y buscaría la pureza de la raza, sin niños con limitaciones, como en su día buscó Adolf Hitler, y en la actualidad buscan gente anormal como usted. Las personas normales, Sr. Regás, desde que tienen uso de razón, se dan cuenta que sus semejantes tienen los mismos derechos que ellos mismos, y que no por tener más o menos cromosomas, o por tener más o menos extremidades se puede matar a otro semejante. Las personas anormales, por el contrario Sra. Regás, piensan que ellas son perfectas y que quienes no lo son deben morir antes de nacer, como piensa usted.
Desde el punto de vista moral y ético, las personas normales tienden a hacer el bien a sus semejantes, sean concebidos con discapacidad o sin ella, y hacen realidad en sus vidas la Regla de Oro o máxima de la ética de la reciprocidad, coincidente con el primer imperativo categórico de Kant: “Trata a tus semejantes como te gustaría que te trataran a ti”. Las personas anormales, como Adolf Hitler o como usted, por el contrario, piensan que eliminando a judíos, o negros o niños concebidos con alguna discapacidad, hacen un bien a la sociedad, y a la raza humana, porque son ellos quienes se sienten con potestad y capacidad para decidir quién debe vivir o quien debe morir.
El segundo requisito, según María Moliner, es que esa anormalidad sea notable.
Desde luego su anormalidad, Sra. Regás, o su incapacidad de comprender que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos es muy notable y muy notoria, según pone usted de manifiesto en sus dos lamentables escritos publicados en menos de diez días en su blog del Diario El Mundo.
Me atrevería a decir, que su anormalidad o incapacidad para entender que todos los seres humanos, tienen derecho a la vida, más que notable es sobresaliente. Me pregunto como un ser racional y de mi misma especie puede llegar a tener tan pocos escrúpulos morales, y tan poca vergüenza para llegar a pedir públicamente, que se puedan matar a niños en el vientre de su madre por tener discapacidad y encima llamarles monstruos, y quedarse tan tranquila. ¿Sabe usted a cuantos padres con niños con síndrome de Down ha herido usted con sus infames palabras? ¿Tiene usted idea de lo que puede llegar a sentir un niño que haya nacido con alguna malformación si llega a saber que hay gente como usted, que no sólo los insulta llamándoles monstruos, sino que además defiende que deberían haber podido ser matados e eliminados antes de nacer por no ser tan perfectos como lo es usted?.
Tiene usted suerte de haber ganado el premio planeta once años, porque desde luego, si lo tuviera que ganar ahora por los artículos que escribe en su blog, la verdad es que lo tendría más que crudo...
Además, tiene usted suerte de vivir en un país como España, porque si viviera en un país como Alemania, donde la apología de las ideas nazis está prohibida, podría usted ser perseguida de oficio por la Fiscalía, por hacer apología del nazismo entre otras cosas.
Y el tercer requisito, según María Moliner, para ser calificada una persona como monstruo, es que la anormalidad que tenga sea muy fea.
Pues bien Sra. Regás, le puedo asegurar, que para las personas de bien, y que tienen buen corazón, no hay anormalidad más fea, que la suya, la de su incapacidad para tratar a sus semejantes, con el respeto que se merecen, como personas y como cualquier ser humano; a todos sus semejantes, incluidos los que tienen más o menos cromosomas que usted, y los que tienen más o menos extremidades en su cuerpo que usted,. No hay anormalidad ni incapacidad más fea que la suya Sra. Regás, la de no ver en las personas concebidas con alguna discapacidad un ser humano con los mismos derechos que los demás.
¿Qué es para usted la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades Sra.Regás? (...)
.hazteoir.org/noticia/47463-segunda-carta-abierta-regas-su-reiterada-monstruosidad
- Regás, lejos de rectificar, vuelve a llamar “monstruos” a los discapacitados
- Carta abierta de José Antonio Barragán a Rosa Regás: "No hay mayor discapacidad que la suya"
- Rosa Regás llama “monstruos” a los hijos discapacitados
Estimada Sra. Ex-Directora de la Biblioteca Nacional de España Doña Rosa Regás: El pasado 6 de agosto, publicaba usted por segunda vez en menos de diez días, en su blog denominado “Ellas” y alojado en el periódico digital de El Mundo, un artículo referido a los niños concebidos con alguna discapacidad, esta vez titulado “Talidomida”, en el que vuelve usted a llamar “monstruos” a los niños concebidos con alguna discapacidad, y en el que nuevamente vuelve Vuestra Merced a defender que se puedan matar estos niños discapacitados en el vientre de sus madres, antes de llegar a nacer, mediante la legalización del aborto eugenésico, al mismo tiempo que intenta realizar un desesperado intento por justificar lo injustificable: la ejecución de niños inocentes e indefensos en el vientre de sus madres por el único motivo de que no sean tan perfectos como lo es usted.
Sra. Regás, en contestación a su anterior artículo referido a este mismo tema, y que publicó usted días antes, ya le remetí una carta de siete folios el pasado uno de agosto, que usted no ha podido, no ha sabido o no ha querido contestar. Pero como veo que sigue sin comprender nada de lo que le he dicho, y sin aceptar que la vida de todos los seres humanos tiene el mismo valor, procedo a contestarle nuevamente a su último y lamentable escrito.
Tenga usted la seguridad que le escribiré tantas cartas como hagan falta, hasta que su mente llegue a comprender que no existe el derecho a matar, existe el derecho a vivir. Como decía Marithe Lozano, “La discapacidad no está en las personas faltas de una parte de su cuerpo, está en la mente de muchas que se dicen sanas”.
Hace sólo tres días, he visto nacer a mi segundo hijo, y aunque hubiera nacido sin brazos o sin piernas, y aunque desarrolle alguna enfermedad de cualquier tipo en el futuro, lo amaré exactamente igual. Mirando la carita de mi hijo recién nacido, me cuesta mucho trabajo comprender que existan personas y mentes retorcidas como la suya, que prefieren ver tirados en un cubo de basura estos angelitos inocentes e indefensos, por el simple hecho de haber sido concebidos con alguna enfermedad, antes que verlos en los brazos de sus padres recibiendo todo el amor y cariño que cualquier niño necesita y se merece. Entremos a analizar detenidamente su escrito titulado “Talidomida”.
En el primer párrafo del mismo, y en su búsqueda desesperada por encontrar argumentos de algún tipo a sus planteamientos nazis, en defensa de la eliminación impune de seres humanos con malformaciones congénitas, hace referencia usted, a un artículo escrito por un cineasta francés hace medio siglo, en 1962.
Que la opinión de un cineasta, de mediados del siglo pasado, sea toda la argumentación jurídica y científica que usted sea capaz de aportar para defender la cultura de la muerte, y la eliminación de personas concebidas con discapacidad, a través del aborto eugenésico, me parece francamente lamentable y patético, de una gran pobreza moral e intelectual y sobretodo, digno de una persona sin corazón. En el segundo párrafo, dice usted textualmente:
Yo estaba muy al final de mi tercer embarazo y para no equivocarme fui al Diccionario de uso del español de María Moliner en busca de una definición correcta: "Monstruo, ser que tiene alguna anormalidad muy notable y fea"
Con gran miopía intelectual, persiste usted en su error de seguir denominando “monstruos” a los angelitos que han sido concebidos con alguna discapacidad o enfermedad: niños con espina bífida, niños con síndrome de Down, sordos, etc.… y para ello recurre a una supuesta definición de la palabra “monstruo” de María Moliner. Pues bien, Sra. Regás, utilizando esa misma definición que usted cita, permítame que le diga con todo el cariño del mundo que su persona se encuadra perfectamente en la definición de monstruo de María Moliner, y permítame que se lo explique.
Usted, Sra. Regás, cumple los tres requisitos que se exigen para ser calificada una persona como monstruo según María Moliner.
El primer requisito, es tener alguna anormalidad, como usted tiene. Las personas normales, Sra. Regás, desde el punto de vista estadístico y desde el punto de vista del sentido común, sienten compasión y deseos de ayudar a las personas enfermas, discapacitadas e indefensas. Una persona normal, con sentido común y sin atrofias mentales ni intelectuales, siempre sentiría respeto, y solidaridad hacia niños discapacitados, dentro y fuera del vientre de su madre. Una persona anormal, preferiría matar estos seres humanos antes de que nacieran, y buscaría la pureza de la raza, sin niños con limitaciones, como en su día buscó Adolf Hitler, y en la actualidad buscan gente anormal como usted. Las personas normales, Sr. Regás, desde que tienen uso de razón, se dan cuenta que sus semejantes tienen los mismos derechos que ellos mismos, y que no por tener más o menos cromosomas, o por tener más o menos extremidades se puede matar a otro semejante. Las personas anormales, por el contrario Sra. Regás, piensan que ellas son perfectas y que quienes no lo son deben morir antes de nacer, como piensa usted.
Desde el punto de vista moral y ético, las personas normales tienden a hacer el bien a sus semejantes, sean concebidos con discapacidad o sin ella, y hacen realidad en sus vidas la Regla de Oro o máxima de la ética de la reciprocidad, coincidente con el primer imperativo categórico de Kant: “Trata a tus semejantes como te gustaría que te trataran a ti”. Las personas anormales, como Adolf Hitler o como usted, por el contrario, piensan que eliminando a judíos, o negros o niños concebidos con alguna discapacidad, hacen un bien a la sociedad, y a la raza humana, porque son ellos quienes se sienten con potestad y capacidad para decidir quién debe vivir o quien debe morir.
El segundo requisito, según María Moliner, es que esa anormalidad sea notable.
Desde luego su anormalidad, Sra. Regás, o su incapacidad de comprender que todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos es muy notable y muy notoria, según pone usted de manifiesto en sus dos lamentables escritos publicados en menos de diez días en su blog del Diario El Mundo.
Me atrevería a decir, que su anormalidad o incapacidad para entender que todos los seres humanos, tienen derecho a la vida, más que notable es sobresaliente. Me pregunto como un ser racional y de mi misma especie puede llegar a tener tan pocos escrúpulos morales, y tan poca vergüenza para llegar a pedir públicamente, que se puedan matar a niños en el vientre de su madre por tener discapacidad y encima llamarles monstruos, y quedarse tan tranquila. ¿Sabe usted a cuantos padres con niños con síndrome de Down ha herido usted con sus infames palabras? ¿Tiene usted idea de lo que puede llegar a sentir un niño que haya nacido con alguna malformación si llega a saber que hay gente como usted, que no sólo los insulta llamándoles monstruos, sino que además defiende que deberían haber podido ser matados e eliminados antes de nacer por no ser tan perfectos como lo es usted?.
Tiene usted suerte de haber ganado el premio planeta once años, porque desde luego, si lo tuviera que ganar ahora por los artículos que escribe en su blog, la verdad es que lo tendría más que crudo...
Además, tiene usted suerte de vivir en un país como España, porque si viviera en un país como Alemania, donde la apología de las ideas nazis está prohibida, podría usted ser perseguida de oficio por la Fiscalía, por hacer apología del nazismo entre otras cosas.
Y el tercer requisito, según María Moliner, para ser calificada una persona como monstruo, es que la anormalidad que tenga sea muy fea.
Pues bien Sra. Regás, le puedo asegurar, que para las personas de bien, y que tienen buen corazón, no hay anormalidad más fea, que la suya, la de su incapacidad para tratar a sus semejantes, con el respeto que se merecen, como personas y como cualquier ser humano; a todos sus semejantes, incluidos los que tienen más o menos cromosomas que usted, y los que tienen más o menos extremidades en su cuerpo que usted,. No hay anormalidad ni incapacidad más fea que la suya Sra. Regás, la de no ver en las personas concebidas con alguna discapacidad un ser humano con los mismos derechos que los demás.
¿Qué es para usted la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades Sra.Regás? (...)
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