Uno de los principales dirigentes del movimiento homosexual en
Panamá, Agustín Clément, publicó en un diario del país un artículo
intitulado: “Pero se mueve”. El autor se regocija por lo que percibe
como avances de la subcultura homosexual en el país y en el mundo.
Cita la frase “E pour si mouve”, atribuida a Galileo en el famoso
juicio por parte de la Iglesia Católica, para referirse a los avances
de la agenda gay en el mundo; criticar, además, a la Iglesia y mofarse
del Papa Benedicto 16.
Es claro que desconoce la verdad del asunto, como el hecho de que
la frase hubiese sido inventada y atribuida a Galileo un siglo después
de su muerte. Galileo, quien, como el también católico Copérnico,
gozó de la amistad y favores de las altas autoridades de la Iglesia,
incluido el Papa. Además, el juicio tuvo que ver menos con la ciencia
que con el creciente protestantismo del momento, la Biblia tomada como
libro científico, y el carácter díscolo del orgulloso científico.
Además, no existieron las torturas ni ninguno de los aspectos tenebrosos
que pintó la leyenda negra. Incluso el encarcelamiento tuvo más bien un
carácter domiciliario. La verdad nunca ha sido una preocupación del
lobby gay.
Pero los representantes de la agenda política homosexual tienen su
misión en el mundo, que incluye desacreditar a la Iglesia Católica, así
como a quien quiera que se oponga a esa agenda tejida de errores y
falsedades. Un ejemplo es la mención, por el autor homosexual, de la
decisión ideológica y anticientífica de la Organización Panamericana de
la Salud (OPS) de rechazar las muy comprobadas terapias posibles a los
homosexuales. Se cita a una alta funcionaria de la OPS, cuyo nombre
omite, quien justifica el rechazo porque –según ella- las terapias “no
tienen base científica”. Y como lo dice la PS, que toma estas
decisiones, como las de la Organización Mundial de la Salud, por
votaciones de los asociados en quórum, debe aceptarse, no importa si
lo aprobado corresponde a la verdad.
Pero la cita mencionada apunta más bien a recientes declaraciones del
famoso psiquiatra norteamericano, Robert L. SSpitzer, quien,
octogenario y víctima del Parkinson, al parecer, ha cedido a las
presiones político-ideológicas de los activistas homosexuales, quienes
lo han hostigado durante años, y “pidió disculpas” (este año, 2012) a
la comunidad gay por los daños que, según dice, le ha causado su
opinión de que la homosexualidad puede eliminarse cuando existen la
motivación y la terapia adecuada. Esta posición no se la perdonaron
nunca los homosexuales a Spitzer, hasta ahora, unos diez años después,
al declarar que pudo haberse equivocado entonces. De modo que el
psiquiatra ha vuelto a convertirse en héroe de la comunidad gay
norteamericana y mundial.
La historia cubre varios años. Primero, Sìtzer fue uno de los que
impulsó el retiro de la homosexualidad de la lista de trastornos
psíquicos (1973); acción propugnada por la APA (Asociación
Psiquiátrica Americana). Los gays, felices. Varios años después
(2001), el célebre psiquiatra cambió de idea y dijo que los homosexuales
sí pueden cambiar. Ahora dice que no; pero que algunos sí (2012).
Numerosos psiquiatras, clínicas y organizaciones de exgays confirman la
efectividad de las terapias. Y han decidido respetuosamente, al
parecer, no discutir; aunque sostienen la efectividad de las terapias.
Spitzer, además, nunca negó que la terapia haya tenido éxito en
quienes estuvieron motivados y atendidos adecuadamente.
Y es que el octogenario y enfermo Spitzer es reconocido como el más
grande psiquiatra del siglo XX. Por ello, es muy importante que sus
opiniones puedan servirles de apoyo al lobby gay para sostener la
política impulsada contra las terapias para homosexuales. Esta acción
en contra de los homosexuales mismos resulta difícil de entender y
podría calificarse de perversa; pero, los gays son así.
Hay miles de homosexuales en numerosos países democráticos, quienes
viven su homosexualidad, satisfechos o no, dentro de normas jurídicas de
la sociedad, discretamente, sin ser molestados. Ellos tienen derecho a
conocer acerca de de las terapias que pueden cambiar esa condición si lo
desearan. ¿Con qué derecho hablan en nombre de todos ellos los
cabecillas mundiales y nacionales del lobby gay y se oponen a las
terapias? Sin embargo, son numerosos los ejemplos de dirigentes y
organizaciones homosexuales que promueven acciones legales y campañas
agresivas en contra de dichas terapias y en contra de médicos y
especialistas que estudian y ofrecen tratamientos a quienes
voluntariamente desean recibirlos. Todo esto con el vergonzoso
patrocinio de la APA (la de psiquiatras y la de psicólogos)
norteamericana, cada vez más desprestigiadas.
La asociación de psicólogos acaba de recibir otro golpe como
resultado de un estudio completado por el doctor Mark Regnerus, de la
universidad de Texas (EE.UU), que desacredita la posición de la APA, que
niega la existencia de efectos negativos en la formación de niños
criados por parejas de homosexuales o lesbianas. Se comprueba lo
contrario, y los niños criados en ambiente de padre y madre presentan
mucho menos problemas en todos los órdenes de su formación y crecimiento
que los criados entre homosexuales. Según el estudio, se confirma,
además, que las investigaciones pregonadas por la APA “son falsas”
(C-Fam/ 12-06-12).
La falsead y la mentira son consustanciales a la agenda política
homosexual. Es vivir en la mentira y extenderla a los demás, sobre todo a
sus propios iguales. ¿Qué calificativo puede darse a este
comportamiento de homosexualismo político y sus dirigentes en contra de
sus propios iguales? El homosexualismo político recorre el camino de
las ataduras del odio, la mentira y la muerte; en contraposición al
camino del amor, la verdad y la vida, que los haría libres.