Aquí estoy en mi guarida,
resguardada sin atreverme a salir. La verdad es que no sé lo que hay
fuera, ni el tiempo que llevo aquí. A veces me parece mucho, a veces
poco, sólo sé que estoy a gusto, acurrucada, sin sentir hambre ni sed.
A veces me duermo y sin saber el tiempo que lo he hecho, me despierto y
entonces parece que mi cueva es mas pequeña, o que yo soy más grande. No
sé explicarlo, parece angustioso, pero realmente me siento bien.
Oigo ruidos de fuera, y quiero salir, pero estoy tan a gusto en mi guarida que me quedo dentro. Aún no me siento preparada.
Esa sensación de bienestar y de intranquilidad a la vez, es muy rara.
Está todo oscuro, pero las paredes dejan pasar claridad. Creo que me voy
a quedar aquí, en mi guarida.
Ha pasado mucho tiempo, y ya no estoy tan cómoda, ahora sí quiero salir,
pero no me atrevo, de pronto la luz es más intensa y es como si me
llamaran para salir. Realmente no entiendo nada, pero sé lo que los de
fuera me quieren decir, que salga de una vez. Intento acercarme a la
puerta, pero me duele,¿que hago? Tiran de mí, creo que es mejor no
resistirme. Cierro los ojos y me dejo llevar…
Rosa lleva muchas horas en
dilatación y ya llegó el momento del parto. Parece que la niña se
resiste a salir. Su marido Bernardo, está a su lado, cogiéndola de la
mano.Ya sale, ya está fuera, pobrecita, como llora, está tiritando.
La bebé no sabe nada, ha olvidado todas sus experiencias y sensaciones
en el útero de su madre. Ahora es una nueva persona, y su vida se abre
paso. Sus padres lloran. Ya son tres, por fin Marina nació.
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