Cuando el hijo es un objeto de consumo
Antes, las abuelitas tenían un gato y un canario. Ahora se dedican a parir hijos para sus hijos. En Méjico, un homosexual ha tenido un hijo a través de la fecundación in vitro utilizando el óvulo donado por una amiga. Sólo faltaba el útero para que el embrión fabricado en laboratorio pudiera crecer. De momento, nadie ha sido capaz de crear un útero artificial lo bastante bueno para cumplir esta misión, de manera que Jorge, que así se llama el padre, recurrió a su propia madre. Su hijo Darío, por tanto, ha crecido en el mismo útero en que se desarrolló él hace treinta años. Su madre es abuela, pero también madre del niño que a su vez tiene otra madre, la donante del óvulo, cuyos genes comparte. A pesar de ello, el bebé no tiene una auténtica Madre, pues ninguna de las dos mujeres asume ese papel y será criado y educado sólo por su padre, aunque según la ley mejicana, la madre sustituta es la que se considera madre del bebé. En otras palabras, Jorge y su hijo Darío comparten la misma 'madre'.
Toda esta aberración es una prueba más de cómo la ciencia se pone a disposición de ideologías y caprichos egoístas. Lo que más me sorprende de todo este asunto son los comentarios que leo en las redes sociales de Internet donde el argumento más defendido es que mientras las partes estén de acuerdo, todos estos procedimientos son válidos para satisfacer el deseo de tener un hijo. El consenso es, para la mayor parte de la gente, el argumento que apoya el supuesto ‘derecho a ser padre’. ¿Alguien ha preguntado a Darío si deseaba crecer en el útero de su abuela, ser hijo de un padre homosexual que le priva de su derecho a tener una madre, no tener una madre biológica que se convierte en una simple donante? ¿Y a los otros embriones, seres humanos, que introdujeron en su abuela y que se quedaron por el camino, alguien les preguntó si deseaban ser fabricados, no concebidos, y manipulados hasta la muerte? No me parece que se trate de algo muy consensuado.
Toda esta aberración es una prueba más de cómo la ciencia se pone a disposición de ideologías y caprichos egoístas. Lo que más me sorprende de todo este asunto son los comentarios que leo en las redes sociales de Internet donde el argumento más defendido es que mientras las partes estén de acuerdo, todos estos procedimientos son válidos para satisfacer el deseo de tener un hijo. El consenso es, para la mayor parte de la gente, el argumento que apoya el supuesto ‘derecho a ser padre’. ¿Alguien ha preguntado a Darío si deseaba crecer en el útero de su abuela, ser hijo de un padre homosexual que le priva de su derecho a tener una madre, no tener una madre biológica que se convierte en una simple donante? ¿Y a los otros embriones, seres humanos, que introdujeron en su abuela y que se quedaron por el camino, alguien les preguntó si deseaban ser fabricados, no concebidos, y manipulados hasta la muerte? No me parece que se trate de algo muy consensuado.