(...)Actualmente, nuestra sociedad está sometida a dos agresiones culturales graves ya evidentes, una externa, la del fundamentalismo teocrático del islamismo radical, y otra interna, la del fundamentalismo laicista del relativismo moral. La pretendida tolerancia viene a manifestar la evidencia de lo que en realidad solo es la alianza estratégica de unos intereses compartidos en contra de nuestros valores tradicionales. Concretamente, en contra de los valores del Cristianismo, enemigo común de estos dos fundamentalismos. Una vez más, los extremos se tocan y se abrazan en una “Alianza de Corrupciones”, y los dos fundamentalismos totalitarios se apoyan estratégicamente en una coalición que a los dos conviene.
En una amena conversación entre preocupados amigos en la que me encontraba hace unos días, surgió la cuestión del hostigamiento al que está siendo sometida la Iglesia Católica en muchas partes del planeta. Persecución, por parte del mundo islámico, que va desde la incomprensión sobre algunas declaraciones de Benedicto XVI, hasta situaciones de violencia física como las que vienen padeciendo Asia Bibi en Pakistan o Said Musá en Afganistán. - ¿Qué está haciendo la “Alianza de las Civilizaciones” a este respecto? - Abundando en la cuestión, desde dentro de la propia Europa, no podemos olvidar el reciente rechazo del que fue Presidente de la afortunadamente fracasada “Convención sobre el Futuro de Europa”, el ex-presidente francés Giscard D’Estaign, a querer incluir en el Preámbulo del proyecto de Constitución Europea el reconocimiento de la deuda cultural de Europa con el Cristianismo, pretendiendo hacer una mera referencia a la inspiración en la UE de las "herencias culturales, religiosas y humanistas”. Son solo unas pequeñas muestras de la situación de acoso mundial que, por acción u omisión, sufre el Cristianismo, fuera y dentro de Europa.(...)
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