Los coches son muy peligrosos. Cada año se llevan la vida de miles de personas. Los aviones tienen pocos accidentes, pero en uno solo pueden morir quinientas personas. Sin embargo, a nadie se le ocurre decir que habría que eliminar los coches o los aviones. Será porque su utilidad compensa el riesgo y no queremos regresar a la era preindustrial. Nuestro mundo depende absolutamente de la energía eléctrica. Sin ella, ni siquiera funcionarían las alcantarillas o el suministro de agua potable. El 60% de la electricidad en España es importado, sobretodo de Francia de sus centrales nucleares. Del resto, la mayor parte es hidroeléctrica. Las energías renovables producen una mínima parte de la electricidad, porque cuando no hace sol o no hay viento, evidentemente, no funcionan, y no son rentables.
La pregunta es: ¿estaríamos dispuestos a renunciar al metro, al aire acondicionado de las oficinas, a la iluminación de las calles...?. Porque, si no utilizamos energía eléctrica de origen nuclear, no podríamos mantener el nivel de consumo actual. Habría que dar un salto atrás tecnológico en el tiempo. Adios ordenador, hornos eléctricos, lavadoras y lavavajillas. Volvemos a lavar todo a mano. Adios a la televisión y todos sus anexos. Por no hablar de las videoconsolas. Tampoco teléfonos, ni móviles ni fijos. A ver cómo íbamos a mantener el nivel de vida y todos esos lujos que ya nos resultan imprescindibles. La única energía eléctrica ilimitada y no contaminante (no produce dióxido de carbono) disponible es la energía nuclear, aunque no nos guste.