Como dice la canción de Fito, la vida suele darte aquello que te conviene. Cuando das mucho amor, lo normal es que recibas lo mismo, aunque siempre hay excepciones dolorosas. Pero de esa clase de situaciones también se aprende y, generalmente te hacen más fuerte, una vez que las has asumido porque no te queda otro remedio. Así que, en este mundo es necesario ser apasionado. Si no pones entusiasmo en lo que haces, difícilmente vas a llegar a ninguna parte. Luego, es cierto que hay quien siembra y no recoge y quien recoge sin haber sembrado. Nadie dijo que fuera fácil. Lo que está claro es que hay que seguir intentándolo, especialmente en una relación de pareja, porque lo mejor llega cuando sabes esperar bastantes años.
El problema es que, a veces, la recompensa tarda mucho en llegar y uno piensa que está perdiendo el tiempo; que todo el amor, atención y respeto que has puesto en el otro ha caído en saco roto. Existen circunstancias siempre sobre las que no tienes ningún control, especialmente en el caso de los hijos, su entorno y sus amigos. Pero no queda más remedio que seguir adelante y confiar en que todos los ríos acaban volviendo a su cauce. La vida es un banco que suele dar buenos intereses sobre el tiempo el amor que inviertes en ella. Lástima que haya tanta gente que no quiera arriesgar su capital, y luego se extrañan de no recibir nada a cambio. Para lograr algo tienes que estar dispuesto a entregarte a fondo, aunque no sepas si dará resultado.