Posiblemente, uno de los argumentos más utilizados por los proabortistas es que, en las primeras etapas del desarrollo, el nonato no puede considerarse como un ser humano. Pero todo es una cuestión de definiciones embriológicas-morfológicas con connotaciones políticas y no de una realidad científica pura.
Bien es cierto que hay una serie de cambios muy fuertes desde el momento de la fecundación hasta el nacimiento, y hay que diferenciarlos para realizar los estudios embriológicos, pero, ¿cuándo puede considerarse humano al nonato? La respuesta, fríamente hablando, sin intereses ideológicos, es fácil: desde el mismo momento en que se produce la anfimixis o fusión del núcleo del óvulo y del espermatozoide; en ese mismo momento, la célula formada no tiene nada que ver con las de la madre o el padre y tiene toda la potencialidad para formar un ser humano, independientemente de que no se parezca nada a un ser humano.
¿Acaso una oruga de una especie de mariposa no es esa especie de mariposa a pesar de ser muy diferente al adulto? Cualquier biólogo dirá que sí, y así es; entonces ¿por qué no se considera un ser humano a la célula totipotencial que resulta de la anfimixis? La respuesta también es sencilla: connotaciones partidistas-ideológicas y falsas afirmaciones basadas en que puede no llegar a desarrollarse de forma correcta o completa; pero por esa misma regla de tres, podemos asesinar a niños después de nacer porque a lo largo de la vida extrauterina, pueden sufrir innumerables incidentes que pueden segar su vida o, en términos agrícolas, podemos arrasar con el cañamón de los olivos porque pueden no llegar a producir aceituna.
Ciertamente hasta el tercer mes, el nuevo individuo no tiene un aspecto humano pero no por eso deja de ser humano; no es una cuestión de parecer sino de ser. Es lamentable que los «científicos» proabortistas no tengan reparo en reconocer a una oruga como una especie de mariposa y no reconozcan a un ser humano nonato de menos de dos o tres meses de gestación como humano: no hay diferencia de ser entre el embrión, el feto y el nacido, como no la hay entre la oruga y la mariposa; son simplemente diferentes etapas de un mismo ser.
La anfimixis se produce en las primeras 48 horas tras la fecundación; por tanto, a partir de ese mismo período existe un nuevo ser humano. Y es tan fácil como eso, todo lo demás son ideas de muy diversa índole, de clara tendencia, con claras connotaciones. No podemos ser tan simplistas como para pensar que una persona contraria al aborto es retrógrada o fascista y las proabortistas son progresistas; que la mente de los políticos sea tan simple o tan interesada no debe implicar que los demás piensen así. Todo lo que sea eliminar un nonato tras la anfimixis es eliminar un ser humano, aunque no tenga el aspecto de un niño, un adolescente, un joven, un adulto o un aciano.
Francisco Molino-Olmedo, Doctor en biología.