Con ese tema pasa como con el País Vasco y Navarra, que han confundido el huevo con la gallina. El reino grande y próspero que existió durante siglos se llamaba Aragón, y Cataluña no era más que un condado. Es cierto que llegó a ser independiente, poco tiempo, antes de ser anexionada por Francia, si no recuerdo mal. A eso se reduce su historia como nación. Los independentistas catalanes, basándose en una versión falsa de la historia, pretenden ahora hacer unos Países Catalanes, contando con el reino de Valencia y parte de Francia. No reclaman Aragón porque allí no hablan catalán y porque tienen poco que ofrecer. Llegada la industrialización, Cataluña, como el País Vasco utilizó la amenaza separatista para hacerse con la mejor parte del pastel, dejando a los antiguos territorios de Aragón, en algunos casos, en la miseria.
El nacionalismo en España, como bien señalaba Vargas Llosa, no es más que un nido de resentimientos y una lacra para nuestro país. Nada bueno puede salir del espíritu de la cueva de quien valora sólo lo suyo y desprecia todo lo ajeno. Descendientes ideológicos de Hitler, perdidos en una humanidad donde cada día somos todos más similares unos a otros. Cuando el resto del mundo se esfuerza en buscar lo que nos une y nos hace fuertes, los nacionalistas catalanes sólo buscan su propio beneficio económico. Es eso lo que les mueve más que un verdadero sentimiento de rechazo hacia España. Sin embargo, desde los colegios llevan años fomentando esa actitud entre los jóvenes; de manera que ya sabemos lo que podemos esperar de las futuras relaciones entre los pueblos de España.