Escuchando la radio (cadena Cope) me extrañó oir una opinión que va en contra de mi concepto de la pareja y de la familia. Decían que es muy sano que los cónyuges tomen de vez en cuando las vacaciones por separado, un fin de semana, una semana o quince días... Me parece una barbaridad. Si ya hoy en día las parejas pasan poco tiempo juntos. Entre sus trabajos, las tareas del hogar y las aficiones, algunos sólo coinciden en la cama. Sólo falta que, al llegar las vacaciones hagan planes diferentes y las compartan con amigos, o incluso prefieran irse en solitario. Eso es el acta de defunción de un matrimonio. Viajando solos sólamente multiplican sus posibilidades de iniciar otras relaciones. Las vacaciones son un prueba de fuego que toda pareja debe superar, juntos.
Para conservar su propio espacio, basta con que estén en habitaciones diferentes haciendo cosas distintas. Uno puede ver televisión, por ejemplo, mientras el otro está en el ordenador. Pero nunca más de un par de horas. De otro modo, la distancia se convierte en costumbre y se resiente la comunicación en la pareja. Está bien tener amigos o hobbies diferentes de vez en cuando, pero lo ideal es aprender a compartir lo más posible las horas de asueto. Las relaciones a distancia son muy difíciles de llevar. No se trata - como decían en la radio - de tener más temas de conversación por llevar vidas independientes. El matrimonio no es otra forma de entretenimiento; es un compromiso entre dos personas con una meta común. De poco sirve tener mucho que contar si no hay tiempo ni ocasión para hacerlo. Es necesario conservar un pequeño espacio propio, pero siempre que no sea a costa del espacio común de la pareja.