Nada más apuntarme a Facebook me vi bombardeada por mensajes sugiriéndome posibles amigos. Encontré dos o tres que me sonaban y, a partir de ahí, a cada momento me ofrecían más y más amigos de amigos. De este modo llegué a cursar cerca de cien invitaciones, con el modelo de solicitud que te facilita el propio Facebook. Naturalmente, de ellos, algunos rechazaron mi amistad y otros muchos (71) la aceptaron; cosa que les agradezco mucho. Pero parece ser que Facebook me considera una especie de spammer y ahora estoy castigada tres días sin sugerencias de amistad a causa de los pocos que no me han respondido.
Para colmo, me dicen que, en adelante sólo envíe invitaciones a las personas que conozca realmente. Eso me da dos posibilidades: o bien cierro mi página porque no conozco a nadie en persona de las setenta y una personas que tengo como amigos; o bien no hago caso, ya que dudo mucho que, aquellos que cuentan con un millón de personas como amistades de su página en Facebook, organicen barbacoas los fines de semana con todos ellos paa afianzar su amistad. Yo nunca hubiera podido contactar con toda esa gente si el propio Facebook no me hubiera facilitado las direcciones y el formulario apropiado. Me pensaré lo que hago este fin de semana.