Pero, incluso en las piscinas, hay accidentes. Vivimos en el mundo de aquí y ahora, y muchos creen que lo tienen todo controlado. Está bien ser optimista, siempre que no pierdas el contacto con la realidad. Lo que no sirve de nada es repetir que todo va bien, como un mantra que pueda evitarte toda contrariedad. Nuestro gobierno sigue ese lema. Lo que pasa es que la vida es un mar y, como tal, está en continuo movimiento. Hay montones de factores de incertidumbre alrededor, como puedan ser una tormenta, las algas, los peces o, incluso, otros grandes mamíferos. Todo ello puede llegar a afectarnos de alguna manera. No se pueden hacer planes de futuro contando con que las condiciones atmosféricas serán ideales y el agua no se va a mover a nuestro alrededor.
A veces me parece que escribo cosas muy obvias y, sin embargo, hay mucha gente que no las conoce. Por ejemplo, aquellos que conducen suponiendo que los demás coches les ven siempre venir y se van a apartar a su paso, como si hubieran comprado la carretera y les perteneciera en propiedad. También, los que tienen relaciones promiscuas y creen que las enfermedades venéreas sólo las pillan los demás porque son tontos. O los que descuidan su trabajo, pensando que tienen el puesto asegurado de antemano. Entonces, van nadando por su piscina hasta que un día un pez les muerde un pie; y acaban descubriendo que la vida se construye cada día, que el amor hay que mantenerlo vivo y que la suerte es de los que se la trabajan.