Nos guste o no, la única energía limpia y barata que existe es la nuclear. Claro está que nadie quiere tener cerca una central nuclear, ante el peligro de un accidente como el ocurrido en Chernobyl. Pero lo cierto es que los municipios que cuentan con estas centrales salen ganando económicamente, debido a los puestos de trabajo y otras contraprestaciones importantes que reciben. De hecho, en España utilizamos mucha energía atómica, pero está producida en Francia, donde, a pesar de los gobiernos socialistas, nunca han tenido inconveniente en seguir construyendo más centrales para autoabastecerse de energía eléctrica. Si fuera sólo por el peligro, con más razón deberíamos prohibir los coches y otros vehículos, y no lo hacemos.
Como nosotros somos más papistas que el Papa, resulta que hemos apostado por la energía solar y eólica que, hoy en día, no son rentables. Es decir, que sale más caro producir ese tipo de energía eléctrica que el aprovechamiento real que tiene en kilowatios por hora. Pero, no importa, porque como de costumbre hay intereses muy importantes involucrados en que se siga subvencionando una energía deficitaria. Además, también existen detractores sobre el tema de los miles de molinos eólicos que están cubriendo el paisaje de Castilla y, algunos de ellos, son precisamente ecologistas que protestan por los posibles riesgos que provocan a la fauna y el ecosistema donde se encuentran.