Está claro que nuestra sociedad está en plena decadencia, viendo quiénes son los ídolos de la actualidad española. Por una parte, una mujer que se ha hecho famosa por sus desgracias, y se supone que asistió al colegio pero no se sabe a qué se dedicaba allí porque no ha aprendido ni siquiera a hablar correctamente. A pesar de ganar mucho dinero en televisión, el trato con la gente y la experiencia no han pulido para nada su personalidad, sino que, al contrario, cada vez se vuelve más zafia y ordinaria. Naturalmente, no es tonta, y sabe que eso es precisamente lo que atrae a su público y me temo que tenemos Belén para rato.
En el otro extremo, una señora estirada, cuyo único mérito consiste en saber gastarse su dinero. Alguien que nunca ha trabajado ni ha llevado una familia, pero se permite dar lecciones de cualquier tema frente a un auditorio entregado. Lo que empezó siendo una exhibición de pedantería bastante ridícula ha conseguido transformarlo en admiración, más o menos sincera, y ya la aceptan en todos los ambientes como una más. Sin embargo, como salió de la nada un día, me imagino que cualquier otro caerá en desgracia y ya no se volverá a saber de ella. Así es la fama: una amante infiel. Estoy deseando que llegue ese momento. Me tienen las dos aburrida.