Había una vez en un cercano país, una bruja malvada que había llegado al poder mediante hechizos malignos y además odiaba a los hombres. Así que dedicaba todo su tiempo a intentar convencer a las princesas de que no necesitaban a los príncipes para nada y que debían ser duras, independientes y avariciosas, como ella.
Si querían tener hijos, se podían hacer una inseminación artificial y, si cambiaban de opinión, abortaban. De este modo, las princesas se acabarían transformando en otras brujas amargadas y su unirían al aquelarre de su señora; y ya podrían vivir todas juntas infelices para siempre jamás. Fin.