“Nunca olvidaré la vida que tiene un feto de veinte semanas”
Carlos Larrañaga, ginecólogo: “Estaba operando a una embarazada de 20 semanas y la niña tuvo fuerza suficiente como para darme una patadita en la mano”.
REDACCIÓN HO.- La revista Nuestro Tiempo de la Universidad de Navarra dedica un amplio reportaje en su último número (661 marzo-abril), labrado con la fuerza de los testimonios reales, que conforma una bella y contundente respuesta frente a la nueva Ley del Aborto, en defensa del derecho a la vida y de la mujer embarazada.
Uno de los testimonios que ofrece es el del ginecólogo Carlos Larrañaga, que cuenta su experiencia al operar a una mujer embarazada con “incompetencia cervical”, que se produce cuando el cuello del útero se dilata sin contracciones, fenómeno que se suele producir cuando restan muchas semanas del paro.
“En una ocasión, yo estaba practicando una de esas intervenciones a una embarazada de unas 20 semanas. Cuando separaba las membranas para llevar a cabo el cerclaje, la niña tuvo la fuerza suficiente como para proporcionarme una patadita en la mano. Fue como un escalofrío que viajó desde mis dedos hasta la columna. Nunca olvidaré la chispa de vida que tiene un feto de veinte semanas”.
www.hazteoir.org/node/28738
REDACCIÓN HO.- La revista Nuestro Tiempo de la Universidad de Navarra dedica un amplio reportaje en su último número (661 marzo-abril), labrado con la fuerza de los testimonios reales, que conforma una bella y contundente respuesta frente a la nueva Ley del Aborto, en defensa del derecho a la vida y de la mujer embarazada.
Uno de los testimonios que ofrece es el del ginecólogo Carlos Larrañaga, que cuenta su experiencia al operar a una mujer embarazada con “incompetencia cervical”, que se produce cuando el cuello del útero se dilata sin contracciones, fenómeno que se suele producir cuando restan muchas semanas del paro.
“En una ocasión, yo estaba practicando una de esas intervenciones a una embarazada de unas 20 semanas. Cuando separaba las membranas para llevar a cabo el cerclaje, la niña tuvo la fuerza suficiente como para proporcionarme una patadita en la mano. Fue como un escalofrío que viajó desde mis dedos hasta la columna. Nunca olvidaré la chispa de vida que tiene un feto de veinte semanas”.
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