(...) "El escrito comentado parece haberse hecho con un claro prurito de  ofender.  De  modo que, en una muestra de su intolerancia intelectual,  expresó el autor  que le “encantaría” enterarse de los chismes que  circulan por el Vaticano… una institución –añadió – que presume de ser  la autoridad moral de los pueblos católicos desde hace dos mil años” y  que  espera “confirmar, por ejemplo, la veracidad de los rumores sobre  los secretos sexuales (en el Vaticano)”. O sea un típico flato  ideológico.
Pues les tenemos noticias a todos los  deslustrados como el médico de  marras: La Iglesia Católica no presume de ser “la autoridad moral de los  pueblos católicos”; sino que lo es efectivamente y, además, no  solamente de los pueblos católicos, sino de todos los pueblos  del mundo  que estiman en alto a  la moral y a los valores supremos fundamentados  en la sana razón y la fe, en cualquier sociedad medianamente civilizada  Les hacemos saber, también, algo que debían conocer, y es que los  inigualables biblioteca y archivos del Vaticano conservan, para los  estudiosos del mundo, creyentes y no creyentes,  toda la riqueza  documental sobre la grandeza y la miseria de la condición humana; la  historia de pueblos y  naciones y la  vida de de hombres y mujeres  que  se creyeron grandes y de quienes lo fueron de verdad. De reyes y  potestades;  de ángeles y demonios. Allí encontrarán, no rumores, sino  verdades, reveladas y no reveladas; de las artes y de las ciencias, de  filosofía y de política; porque una institución que cultiva y  promueve  la verdad, como la Iglesia católica, no teme a los rumores ni a los  chismes.
Claro, que si también quieren seguir averiguando sobre la sexualidad  humana, la historia les ofrece sucesos y ejemplos  de castidad heroica  hasta el martirio y ejemplos, también,   de castidad voluntaria y  abnegada  de hombres y mujeres que dedicaron su vida a la oración, y al  servicio a los demás, en educación y en la atención de los enfermos, de  los menesterosos y de los abandonados; señales claras, junto a las de  la  de su prevalencia  frente al mal,  de la filiación divina de la  Iglesia.
Estos activistas caben muy bien bajo la   célebre frase del escritor  católico inglés, G. K´.Chesterton (1874-1936),  cuando  afirmó que   quienes atacan a Dios y a su iglesia, en realidad  lo están buscando.  Ojalá que lo encuentren y lo reconozcan, porque el Dios que atacan sin  creer en su existencia, no se  esconderá".
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