Son el orgullo, la envidia y el rencor, muy especialmente en nuestro país. Estimado quien tú ya sabes: ¿cómo te van a durar las parejas, si atacas a tus amigos de la manera más rastrera y luego eres incapaz de disculparte?. A veces, las relaciones sentimentales sólo nacen del deseo de control sobre el otro. Así que, cuando se consigue, no queda nada más. Esa misma soberbia guía la ambición personal de los que dicen querer realizarse, pero sólo quieren ser más que el vecino.
La envidia es una de las emociones más difíciles de aceptar y reconocer, porque a menudo se envidia precisamente lo que se critica. En cuanto al rencor, es alimentado por algunos para su propio beneficio. Como dicen en Star Wars:
El Miedo lleva a la ira, la ira nos conduce al Odio, el odio al Sufrimiento. El Miedo es el camino al lado oscuro de la fuerza.
Al fin y al cabo, las novelas sólo reflejan la realidad, También las historias de Harry Potter nos presentan la disyuntiva entre el bien y el mal. El poder, como arma peligrosa, ya que a menudo corrompe al que lo posee. Curiosamente, son las personas despreocupadas, que tienen todas las necesidades básicas cubiertas, las más propensas a caer en el orgullo y la envidia.
El resentimiento es el último refugio de aquellos que han dejado pasar todas las oportunidades y sólo buscan ya a quién culpar de sus fracasos. (Véase Zapatero). Pero, de estas pasiones, se derivan todos los males que nos aquejan: el extremismo, la violencia, el hedonismo, el relativismo... La solución no puede ser más sencilla y más difícil de aplicar: amarnos los unos a los otros.