Me siento a tomar algo en una terraza vacía. El camarero es un chico joven, lógicamente; si fuera una chica, la mitad de la gente se iría sin pagar. Estamos en España, no en Alemania, y aquí el que no corre, vuela. En la gasolinera hay varias empleadas, pero también un hombre joven. A veces la disuasión funciona mejor que la policía. A ningún padre o madre les gusta que su hija de dieciocho años salga con un hombre de treinta. No porque no pueda ser una buena persona, pero la diferencia de edad implica que no están en igualdad de condiciones. La sabiduría popular ha hecho que en algunos países se prohiba el sexo antes del matrimonio, por la misma razón por la que no comen cerdo: para evitar enfermedades. Ellos saben bien que la mejor medicina es la que previene los problemas, en lugar de hacer la vista gorda y lamentarse después. La chica de Orense no tenía que haber salido nunca con ese hombre, porque no era lo bastante madura para darse cuenta de la clase de persona con quien se estaba relacionando, y lo que es normal o no lo es.
La cuestión es que en España mucha gente vive en un país de fantasía, donde bastan los buenos propósitos para que todo vaya bien. Pero la realidad es que el mundo está lleno de mala gente, o de gente equivocada que no se dan cuenta del mal que hacen. La igualdad sólo sería viable en el Paraíso. En nuestro país, la falta de control paterno o de las autoridades correspondientes sólo consigue que cada cual intente aprovecharse. El famoso machismo y el patriarcado, estaban pensados para la protección de las mujeres, aunque, evidentemente, a veces resulte peor el remedio que la enfermedad. Ni las relaciones de pareja son siempre agradables, ni el sexo es un juego inofensivo. Como ya he dicho alguna vez, puede ser lo mejor o lo peor, según cómo, cuándo y, sobretodo, con quién. Menos legislar sobre los ideales y más dejar paso al sentido común, que es la sabiduría ancestral de los pueblos. La experiencia propia y ajena a lo largo de los años enseña mucho más que los manuales de psicología moderna.
Música: David Bowie. Let's dance