El mundo yo me lo comía a los 20... La llevo 10 años de ventaja. Esta frase la he cogido de otro blog. Me ha hecho gracia, pero es una gran verdad. Es curioso cómo en la sociedad en que vivimos parece que la juventud se prolonga hasta los cuarenta años y, por tanto, entre un chico de veinte y un cuarentón apenas hay diferencia en teoría. Físicamente, puede que no se note a simple vista, pero mentalmente hay una distancia de veinte años de experiencia. Imaginaos todo lo que se aprende en las primeras dos décadas de vida, desde ser un bebé a todo un adulto. Las segundas dos décadas suponen afianzar esos conocimientos y, a poco que se viva, se acaba aprendiendo mucho de todo.
Por eso siempre digo que, en las parejas que se llevan más de diez años de edad, hay uno que controla la situación y otro que se deja llevar sin darse cuenta de la manipulación. El paso de una generación: el hecho de que yo pudiera tener en este momento hijos de más de veinte años; supone una diferencia de madurez que no se puede pasar por alto tranquilamente. Los primeros veinte años me parecieron interminables; los segundos se me han pasado volando. Tal vez por eso, yo misma a veces tengo la impresión de que fue anteayer cuando empecé a trabajar y cuando lo dejé, pero no es cierto.
Hoy en día, como todos nos hablamos de tú a tú, se ha perdido también el valor de la experiencia que, en algunos países "atrasados", sin embargo, sigue considerándose como algo importante y fundamental de la sociedad. Además, no hay que olvidar que las décadas corren tanto que, antes de que nos demos cuenta habrán pasado otros veinte años. Y, si para entonces, vosotros no tenéis hijos, todo el sistema económico mundial irá a la quiebra sin que podamos hacer nada por evitarlo. Porque estamos formando una pirámide inversa, donde unos pocos tendrán que mantener a millones en todo el mundo. El relevo generacional ya no está bien asegurado