Los seres humanos existen desde hace tanto tiempo que la mayoría de nuestras características físicas o psicológicas se han ido perfilando a través del tiempo por el método de prueba y error. Es decir, que la naturaleza descarta aquellas actitudes o aspectos que a la larga perjudican a la especie y favorece aquellos otros que la fortalecen. La familia humana como la conocemos hoy es la consecuencia de esos millones de años de evolución. Nuestro cuerpo se ha ido adaptando a diferentes temperaturas, condiciones ambientales y alimentos a lo largo del tiempo. También ha desarrollado unas hormonas muy características. El otro día descubrí que, lo que yo había comprado como veneno para pulgones, era en realidad un producto que contiene hormonas para fortalecer las defensas de las plantas. Apenas sabemos como interactúan nuestras propias hormonas y ahora jugamos con las de otras especies. Creo que prefiero el veneno.
Lo mismo sucede con las bacterias. El otro día escuchaba en la radio a un experto hablando de lo poco que conocemos sobre las bacterias "buenas" que viven en nuestro organismo en simbiosis y su relación entre sí. De modo que aquellos que afirman que tal o cual bifidus protege la salud, están hablando de teorías no demostradas, las cuales no se sabe cómo acabarán afectándonos a largo plazo. Parece ser que se están extinguiendo algunas bacterias de la piel y eso podría estar detrás del aumento de las enfermedades inmunitarias. Creer que podemos modificar las relaciones que se han ido creando a lo largo de millones de años de evolución, aparte de ser pura soberbia, es muy peligroso. Los efectos nocivos se acaban descubriendo a largo plazo, como sucedió con el tabaco, cuando ya no tienen remedio. No teníamos bastante con los conservantes y los pesticidas, para que ahora también tengamos que preocuparnos de las hormonas y bacterias que podamos tener de más o de menos.
Pero sucede igual a nivel personal. ¿Por qué eliminar algo que funciona para sustituirlo por algo que no ha demostrado nunca su efectividad?. El matrimonio, por las relaciones esporádicas. Los hijos propios, por los hijos de tu pareja. La familia, por las relaciones de amistad más o menos duraderas. El esfuerzo por la comodidad. El sacrificio por el hedonismo. El amor por el sexo. A veces puede fallar, pero tiene un porcentaje de aciertos superior a la media, porque si no no se habría mantenido superando la prueba del tiempo y el espacio.