"Observó con mayor atención y recorrió los caminos uno a uno, y se dió cuenta de que a menudo llevaban a sitios completamente diferentes a lo que había esperado. Sin embargo, vió también que en muchas ocasiones aquellos caminos podían abandonarse y, aunque muchas veces los imprevistos modificaban totalmente las decisiones iniciales de las personas, también, más a menudo de lo que Walid había creído, la voluntad y los sueños personales llevaban al caminante al lugar adonde deseaba ir.
Walid descubrió también que había muchos tipos de caminantes: aquellos que sabían a dónde iban; aquellos que creían saber a dónde iban; aquellos que no sabían a dónde iban y sufrían por ello; aquellos que no sabían a dónde iban y no les importaba... Infinitos caminos e infinitas personas que tomaban decisiones todos los días, decisiones que podían cambiar sus vidas, decisiones que tejían un futuro, o infinitas posibilidades de futuro". Laura Gallego
Tropezar en la misma piedra porque más vale lo malo conocido; agarrarse a un clavo ardiendo porque menos da una piedra; poner al mal tiempo buena cara porque más vale pájaro en mano que ciento volando; son maneras de recorrer una y otra vez el mismo camino, sabiendo que no lleva a ninguna parte. Hay quien se pasa los años dando vueltas a una rotonda y no se da cuenta. Hay quien elige siempre por compañía a la persona equivocada. Hay quien se desespera porque no sabe a dónde lleva su camino. Hay quien está tan acostumbrado a errar sin rumbo, que ya no se acuerda de que alguna vez tuvo unos ideales, una finalidad.
Este libro trata sobre la dignidad humana. No podemos renunciar a llegar tan lejos como nos sea posible, según nuestras opciones y nuestras posibilidades. Porque cada día puede ser un nuevo comienzo, si es que ya hemos descubierto hacia dónde queremos ir.