He recibido un correo muy curioso sobre la cantidad de cosas que han cambiado en las últimas décadas. Como por ejemplo, los ordenadores, los móviles, las series de televisión, el muro de Berlín, el fin de la guerra fría... Acaba con unas conclusiones sobre cómo sabes que ya eres mayor:
. Cuando entiendes el texto anterior y sonríes.
. Cuando, siendo hombre, por fin eres capaz de decirle que NO a una mujer sin remordimientos.
. Cuando, siendo mujer, por fin eres capaz de decirle que SI a un hombre sin remordimientos....
Y otras muchas verdades. Pero me ha gustado especialmente lo relacionado con hombres y mujeres. Es cierto que de joven te acostumbras a decirle que no a los hombres, porque algunos de ellos son como locomotoras que, si no los frenas, te arrollan. Entonces ellos se dedican a decirle que sí a las mujeres, a seguirnos la corriente, como camino seguro para alcanzar la armonía en la pareja. Ese orden de cosas tan típico de los noviazgos adolescentes, va cambiando con el tiempo. Para que una pareja realmente funcione es necesario volver al equilibrio. Cuando voy al supermercado, veo a menudo parejas donde ella le da instrucciones precisas a él sobre lo que hay que comprar y él se limita a seguirla como un perrillo faldero. No se les ve felices. Se nota que el hombre se está controlando para hacer lo que le apetece y la mujer se está esforzando el mantener las riendas de la situación. En esos casos siempre pienso en qué poco van a durar como matrimonio o lo que sean. Justo el tiempo hasta que él encuentre una mujer que le diga que sí, o ella un hombre que le diga alguna vez que no.
Pax romana es un término que se refiere a un estado de paz duradero que no es natural, sino forzoso. La paz a cualquier precio, a costa de sacrificar los intereses, los gustos y el carácter de uno de los miembros de la pareja sólo conduce a acabar matando el afecto y que no quede nada, más que ese respeto aparente. Hoy en día algunos hombres están tan acobardados ante la idea de que les puedan considerar machistas o incluso maltratadores psicológicos que se sienten obligados a actuar en contra de su propia naturaleza. Tal vez sea uno de los secretos de mi matrimonio y otros que conozco igual de duraderos, que yo aprendí pronto a decir que sí y a aceptar un no por respuesta. Creo que a ninguna mujer normal le gusta tener por pareja a un hombre sin carácter, que se deja llevar y le da todo igual. Otra cosa será lo que digan a sus amigas, pero realmente no hay más que mirar alrededor para comprobar que los hombres de éxito son aquellos que saben decir que no, y las mujeres más felices somos las que sabemos decir que sí de vez en cuando.
Música: Maná. Si no te hubieras ido