In fraganti
Apreté mis labios contra él, la necesidad me cortaba la respiración. Lentamente, empezó a recorrer mis labios, despertando mis sentidos.
Me separé de ese placer, de ese capricho, antes de dejarme llevar y luego tener que pagar las consecuencias. Pero aún no había terminado, ni mucho menos.
Una suave caricia en mis pómulos, una marca fría en el cuello, y su fragancia me inundó. Un suspiro entrecortado, proferido por mis labios.
Cerré los ojos y su tacto, suave como un pincel, me repasó los párpados.
De repente, el hechizo se rompió y, por el reflejo del espejo, vi a mi madre entrar en el baño. ¡Me había pillado!
-Sara, te he dicho miles de veces que no uses mi maquillaje. ¡Suelta esa sombra de ojos inmediatamente! ¡Deja el pintalabios en su sitio!
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Esto es un relato escrito por mi hija mayor.