lunes, 31 de agosto de 2015
domingo, 23 de agosto de 2015
La verdad sobre la situación de Cuba y Obama
Hace casi treinta años que leí la primera edición de
«Contra toda esperanza», el escalofriante alegato que publicó Armando
Valladares contra el régimen de Fidel Castro por el simple procedimiento
de relatar sus veintidós años en las ergástulas de ese régimen. Aquella
descripción de podredumbre humana y de capacidad de resistir frente al
mal me impactó tan profundamente que recuerdo una noche de aquel agosto
de 1986 en la Plaza Porticada de Santander. Joven reportero en los
albores de mi vida profesional observaba a mis colegas intentando
descubrir entre el público alguna cara conocida a la que retratar. Al
fin un veterano periodista exclamó: «¡Está Valladares!». Recuerdo la
emoción que sentí ante la posibilidad de poder ver al héroe cuyo
escalofriante relato acababa de leer. Fue una emoción efímera, claro.
«Mi» Valladares no hubiera provocado un interés comparable con el que
suscitaba el Valladares que estaba ese día allí: el actor Paco
Valladares.
Armando Valladares fue liberado de las cárceles cubanas por
la presión de Ronald Reagan y después de ser nacionalizado
norteamericano, fue embajador de Estados Unidos en la Comisión de
Derechos Humanos en la ONU en Ginebra. El pasado jueves Valladares
reapareció en la escena política norteamericana con un demoledor
artículo publicado en «The Wall Street Journal.» (Dos millones de
ejemplares vendidos cada día). El título lo dice casi todo: «Obama’s New
Cuban Partners, My Old Jailers» (Los nuevos socios cubanos de Obama son
mis antiguos carceleros). El texto pone de manifiesto mejor que ningún
otro cómo la Administración Obama ha rendido lo que ese país ha
representado a lo largo de la Historia frente a los totalitarismos de
toda jaez. «Es una tragedia que nuestro secretario de Estado estuviera
en Cuba el 14 de agosto y no fuera capaz de hacer la más simple petición
para el pueblo de Cuba: la de libertad de expresión y de religión (...)
La apertura de la embajada norteamericana fue poco más que una
fanfarria con la que aplacar a periodistas y acomodaticios diplomáticos
de la escena internacional. Se excluyó a los disidentes. Aunque hay
muchos en las calles de Cuba, mantenerles alejados del ojo público erige
otro tipo de prisión. Una prisión que contiene la verdad en una bolsa
esterilizada para proteger la imagen cuidadosamente elaborada de que los
hermanos Castro son razonables.
El propósito es legitimar su dictadura
que no ha celebrado elecciones en 50 años y ha sido construida sobre la
sangre de prisioneros [de conciencia] (...). Durante décadas, muchos han
protestado contra la política cubana de que los derechos se originan en
el Estado, que son un regalo de Fidel que puede quitarte tan rápido
como te los da. Estados Unidos se funda en el principio de que los
derechos vienen de Dios, que preceden al Estado y no pueden ser
usurpados. Si América empieza a ceder en ese principio, estará firmando
su sentencia de muerte (...). Nuestro Gobierno, si pretende sostenerse
sobre los principios sobre los que se fundó América, tiene la obligación
de decir la verdad y exigir al Régimen de Castro los derechos que
tienen los cubanos por su condición de seres humanos. No hacerlo es
decir, sin decirlo, “Estamos con Fidel”».
Se puede decir más alto, pero no más claro. Y lo dice no
alguien que está ya disfrutando de su retiro, lo dice quien se pasó
veintidós años en las peores prisiones de América por decir estas mismas
verdades. Y que hoy es un ciudadano norteamericano con una autoridad
moral difícilmente discutible a la hora de cuestionar lo que ha hecho
Obama. Mas ya sabemos lo que los principios éticos y morales son para
esta administración que padece Occidente: una filfa.
http://www.abc.es/lasfirmasdeabc/20150823/abci-maura-autoridad-moral-201508221941.html
miércoles, 19 de agosto de 2015
Locura: familias multiparentables gays en Holanda
En Holanda existe la multiparentalidad gay, las plurifamilias
homosexuales. Se trata de esto y cuidado de no perderos entre los
vínculos de “parentesco”. Jaco y Sjoerd son una pareja de homosexuales
“casados”. Además tienen otro amigo homosexual, Sean, que tiene
relaciones sexuales con ellos.
Jaco y Sjoerd quisieran casarse con Sean pero, desgraciadamente, dicen ellos, la poligamia, ya sea heterosexual u homosexual, no es legal en Holanda: “Jaco y yo estamos casados desde hace ocho años. Desgraciadamente no podemos casarnos con Sean, si no ya lo habríamos hecho”.
Pero prosigamos, Daantje y Dewi son una pareja de lesbianas. También ellas “casadas”. Los cinco se conocen desde hace años. La pareja lésbica tendrá un hijo a través de una sexta persona. Ahora quieren que este hijo sea educado por todos, los cinco homosexuales.
Por tanto han ido al notario para suscribir un contrato regular de educación multiparental gay: “Los cinco padres con iguales derechos y deberes, divididos en dos familias: estas son las condiciones del contrato que todos hemos firmado y presentado ante notario”.
Para los Países Bajos este tipo de contrato no tiene valor legal. Pero dado que cinco cabezas homosexuales piensan mejor que una hetero, sobre todo cuando es la del político leguleyo, las “dos familias” han encontrado una escapatoria.
En Holanda hay la posibilidad de que la madre biológica nombre, en sustitución del padre biológico o del cónyuge (también gay) a otro tutor legal. Así Jaco fue nombrado tutor legal en lugar de Dewi. “Lo hemos hecho de forma que hubiese un “padre” legal en las dos familias, para poder dividir también la educación”, dijo esta última.
Esta historia que parece tomada del teatro del absurdo es, en realidad, muy educativa, porque nos abre los ojos sobre la revolución real que el gender ha provocado en la antropología y en el tejido familiar. Detrás de todo esto, subyace una lógica tan demente como férrea que, aceptada, nos llevará a la multi-homo-parentalidad.
En primer lugar: ¿por qué limitar el matrimonio a dos personas si el punto cardinal es el afecto? ¿Tres amigos que se quieren mucho no pueden desear contraer matrimonio?
Segundo: si dos gays, así se dice, son muy capaces de educar a un bebé, ¿por qué deben estar presentes en una misma familia?
Tercero: si “familia” es también la compuesta por una pareja gay, ¿por qué no puede ser también la compuesta por cinco gays?
Cuarto: ¿si un hijo puede venir al mundo con la participación de cuatro o cinco personas, entre el padre y la madre biológicos, mujeres que ofrecen su útero y otros que “donan” el ADN mitocondrial ¿por qué razón entonces no puede ser educado por más personas? Cuánta más gente mejor, ¿no? Lo repetimos, si haces tuyas las premisas, también puedes asumir las conclusiones.
Estas cuatro preguntas provocadoras pueden confluir en una única reflexión. La historia ocurrida en Holanda encuentra su razón en una sola palabra: “deseo”. El deseo por naturaleza se expande hacia el infinito. Si lo dejas correr libremente, ten por seguro que no volverá a casa, sino que cada vez irá más lejos.
Y de hecho esta historia de padres elevada al infinito tiene una dinámica centrífuga y en el centro de esta homo-lavadora está el deseo.
Un hombre desea tener una relación con un hombre. Los dos quieren “casarse”. Esta pareja de “cónyuges” conoce a un tercero y quisieran ampliar la “familia”. Los tres conocen a una pareja de lesbianas y desean todavía ampliar más la “familia”. La pareja de lesbianas quieren también “casarse” y después quiere un hijo. Los cinco desean apasionadamente criar al niño.
Y nadie los detiene en estos propósitos porque se piensa que son deseos sacrosantos. Alguno dice que lo opuesto sería prohibir todas estas cosas. Y no, este tipo de deseos no deben ser apoyados. Liberal sí, pero hasta un cierto punto. Un punto bien plantado en el fondo de la locura.
Jaco y Sjoerd quisieran casarse con Sean pero, desgraciadamente, dicen ellos, la poligamia, ya sea heterosexual u homosexual, no es legal en Holanda: “Jaco y yo estamos casados desde hace ocho años. Desgraciadamente no podemos casarnos con Sean, si no ya lo habríamos hecho”.
Pero prosigamos, Daantje y Dewi son una pareja de lesbianas. También ellas “casadas”. Los cinco se conocen desde hace años. La pareja lésbica tendrá un hijo a través de una sexta persona. Ahora quieren que este hijo sea educado por todos, los cinco homosexuales.
Por tanto han ido al notario para suscribir un contrato regular de educación multiparental gay: “Los cinco padres con iguales derechos y deberes, divididos en dos familias: estas son las condiciones del contrato que todos hemos firmado y presentado ante notario”.
Para los Países Bajos este tipo de contrato no tiene valor legal. Pero dado que cinco cabezas homosexuales piensan mejor que una hetero, sobre todo cuando es la del político leguleyo, las “dos familias” han encontrado una escapatoria.
En Holanda hay la posibilidad de que la madre biológica nombre, en sustitución del padre biológico o del cónyuge (también gay) a otro tutor legal. Así Jaco fue nombrado tutor legal en lugar de Dewi. “Lo hemos hecho de forma que hubiese un “padre” legal en las dos familias, para poder dividir también la educación”, dijo esta última.
Esta historia que parece tomada del teatro del absurdo es, en realidad, muy educativa, porque nos abre los ojos sobre la revolución real que el gender ha provocado en la antropología y en el tejido familiar. Detrás de todo esto, subyace una lógica tan demente como férrea que, aceptada, nos llevará a la multi-homo-parentalidad.
En primer lugar: ¿por qué limitar el matrimonio a dos personas si el punto cardinal es el afecto? ¿Tres amigos que se quieren mucho no pueden desear contraer matrimonio?
Segundo: si dos gays, así se dice, son muy capaces de educar a un bebé, ¿por qué deben estar presentes en una misma familia?
Tercero: si “familia” es también la compuesta por una pareja gay, ¿por qué no puede ser también la compuesta por cinco gays?
Cuarto: ¿si un hijo puede venir al mundo con la participación de cuatro o cinco personas, entre el padre y la madre biológicos, mujeres que ofrecen su útero y otros que “donan” el ADN mitocondrial ¿por qué razón entonces no puede ser educado por más personas? Cuánta más gente mejor, ¿no? Lo repetimos, si haces tuyas las premisas, también puedes asumir las conclusiones.
Estas cuatro preguntas provocadoras pueden confluir en una única reflexión. La historia ocurrida en Holanda encuentra su razón en una sola palabra: “deseo”. El deseo por naturaleza se expande hacia el infinito. Si lo dejas correr libremente, ten por seguro que no volverá a casa, sino que cada vez irá más lejos.
Y de hecho esta historia de padres elevada al infinito tiene una dinámica centrífuga y en el centro de esta homo-lavadora está el deseo.
Un hombre desea tener una relación con un hombre. Los dos quieren “casarse”. Esta pareja de “cónyuges” conoce a un tercero y quisieran ampliar la “familia”. Los tres conocen a una pareja de lesbianas y desean todavía ampliar más la “familia”. La pareja de lesbianas quieren también “casarse” y después quiere un hijo. Los cinco desean apasionadamente criar al niño.
Y nadie los detiene en estos propósitos porque se piensa que son deseos sacrosantos. Alguno dice que lo opuesto sería prohibir todas estas cosas. Y no, este tipo de deseos no deben ser apoyados. Liberal sí, pero hasta un cierto punto. Un punto bien plantado en el fondo de la locura.
sources: Aleteia
http://www.aleteia.org/es/sociedad/noticias/pruebas-de-poligamia-entre-gays-en-la-piel-de-los-ninos-5907980436373504
lunes, 10 de agosto de 2015
Testimonio de hija de lesbianas
Caminaba por una calle cuando al ver la publicidad de una
película pro paternidad del mismo sexo quedó lívida de rabia. Así
comenzó a gestarse un activismo que da voz a los derechos de niños y
niñas cuyo dolor es silenciado.
Brandi Walton, quien fue criada en el sur de Oklahoma (USA) por lesbianas, declara que también ella ha “salido del closet“. Su voz -según testimonia- estuvo cautiva por casi dos décadas y hoy se alza desde el blog “The Lesbians Daughter” para testimoniar cómo es la vida para una “descendiente” de lesbianas.
El 21 de abril pasado, con una carta titulada “Los niños no están bien”, publicada en U.S.A. por The Federalist, Brandi dio nuevo impulso a su activismo, manifestando una verdad que las leyes de muchos países silencian, olvidan, aplastan:
“Algunos hijos de padres homosexuales –dice Brandi-, al igual que algunas personas homosexuales, no apoyan la paternidad gay o el matrimonio gay. Hombre y mujer, juntos, aportan algo que cada niño y niña necesita”.
En el Blog “The Lesbians Daughter”, esta joven criada en U.S.A. valida los derechos de su madre a ser feliz, pero también la “salida del closet” que como hija ha realizado, para denunciar la verdad que los medios de comunicación masivos silencian…
“Creo que mi mamá tenía derecho a ser feliz y vivir su vida de la mejor forma posible. Y creo que yo tenía también derecho a ser feliz y vivir la vida de la mejor forma posible. Finalmente su decisión fue una auténtica captura, durante 22 años. Alguien iba a salir lastimado de cualquier manera, y da la casualidad de que fui yo…”.
Este 11 de junio, tras la decisión impuesta por la Corte Suprema de Estados Unidos que valida en todo ese país el matrimonio para personas del mismo sexo, Brandi comenta desde su Blog que lo considera como la ola de un “maremoto que hoy está descendiendo hacia la sociedad. La embestida sofocante para imponer la homosexualidad y los estilos de vida alternativos en cada rincón… Desde banderas del orgullo gay en las celebraciones militares a revistas llenas de obscenidades en las tiendas de comestible… Aunque estoy de acuerdo que nadie debe ser tratado mal por su estilo de vida, sobre todo hasta el punto de imponer violencia, ¿Es ésta realmente la única manera? ¿No hemos traspasado desde la tolerancia a forzar ahora la aceptación?… ¿Cómo una aceptación forzada podrá cambiar algo?”
Nace la activista
Su activismo nació un día del año 2010 cuando vio en la vía pública el anuncio de una nueva película cuyo título era: “The Kids Are Alright” (los niños están bien). Se puso tensa, reconoce, al punto que se le revolvió el estómago pues podía intuir de qué se trataba ese filme. Después de mirar la sinopsis de la película estaba lívida. Sólo el título de la película le ponía lívida de enojo, confidencia en su Blog.
“Sentí como si Hollywood estuviere tratando de decirle a la sociedad algo de mí, y de hecho lo hacían, pero decían mentiras. Al menos no ocurría en mi caso. No me sentía «bien» de la forma en que yo crecí… Esta película y su título fueron la chispa que encendió la activista en mí. Supe entonces que en algún momento yo quería hablar acerca de lo que significa crecer en un hogar homosexual, y aquí estoy”.
Así comenzó un camino que alcanzó el apogeo con la carta publicada en Abril de este año 2015 donde esta joven le habla a la comunidad organizada de Lesbianas Gay Bisexuales Transexuales (LGBT)…
“Nunca llevé una bandera en sus desfiles del orgullo gay –comienza diciendo Brandi-. Nunca escribí una carta en vuestro nombre a un miembro del Congreso o cualquier otra persona, y nunca sentí la necesidad de hacer que la gente acepte el hecho de que soy la hija de una lesbiana. Tal vez porque ella nunca sintió la necesidad de obligar a la gente a aceptarla por serlo… No, nunca me alinearía con una comunidad tan intolerante y egoísta como la comunidad LGBT, una comunidad que exige tolerancia con fervor y pasión, sin embargo, no la da a cambio, incluso en ocasiones a sus propios miembros… Yo soy un producto de la Revolución Lésbica de los años 80. Mi madre siempre sabía que le gustaban las chicas, pero se esforzó por ser una buena, recta, chica Bautista del Sur. Cuando yo tenía un año de edad, dejó a mi padre por otro hombre, con quien vivimos hasta mis cuatro años de edad… entonces lo dejó por otra mujer”.
Ningún silencio impuesto “cambia lo que los niños pueden ver”, denuncia Brandi y esta fue una poderosa razón para alzar la voz. A su modo narra lo que sufría al compartir con sus amigos que tenían una mamá y un papá: “Pasaba todo el tiempo que me era posible con esos amigos. Yo anhelaba el afecto que mis amigos recibían de sus papás. Quería saber cómo era ser celebrada y acariciada como hija por un padre… En lo que a mí respecta, yo ya tenía una madre; no necesitaba otra…Crecer sin la presencia de un hombre en mi casa me dañó. Todo lo que quería desde niña era una familia normal… Siempre estuve aterrorizada de que alguien descubriera que mi madre era lesbiana… Sólo recién cuando conocí a mi marido, todo hizo clic. Por primera vez, me sentí viva y completa. Tener hijos y contemplar a un hombre padre…fue hermoso e imponente. Esto sólo reforzó mi creencia de que un niño necesita un padre y una madre, y que la paternidad del mismo sexo o las familias monoparentales son muy inferiores a una sana paternidad heterosexual”.
El derecho y el deber de levantar la voz
Es la lógica del amor, dice Brandi, lo que le llevó al activismo. Así como nadie se escandaliza porque los hijos de padres divorciados manifiesten sus heridas, nadie debería calificar de irrespetuoso, egoísta u homofóbico, dice, el testimonio de los niños y niñas que han sufrido siendo criados por parejas del mismo sexo. Así lo argumenta, en otra de sus publicaciones del Blog:
“…Estoy aquí para decir que dos personas que se aman no es lo suficiente. Y a veces, dependiendo de las circunstancias, es perjudicial. Los niños están en una etapa de aprendizaje en sus vidas y cierto “amor” no enseña a los niños todo lo que necesitan saber acerca de cómo navegar en este mundo.
Es interesante que sólo haya dos sexos, masculino y femenino, y que se requieren esos dos sexos para procrear un niño. Por lo tanto ¿no tiene acaso sentido afirmar que los descendientes de esos dos sexos, necesitan que ambos sexos que los procrearon sean parte de la crianza? La gente siente simpatía por los niños que son criados sin padres -ya sea porque tenían papás que de golpe fallecieron o porque uno de los progenitores falleció-, porque es obvio que esos niños perdieron algo importante. Pero cuando se involucra la homosexualidad, no hay simpatía por los niños a quienes se impone el ser huérfano de padre o madre, y eso es trágico.
…El ataque a la identidad sexual femenina y masculina está en pleno apogeo y, a menos que más personas se levanten para defender los elementos más básicos de nuestra existencia humana, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad humana.”
.infovaticana.com/2015/07/20/joven-criada-por-lesbianas-sale-del-closet/
Brandi Walton, quien fue criada en el sur de Oklahoma (USA) por lesbianas, declara que también ella ha “salido del closet“. Su voz -según testimonia- estuvo cautiva por casi dos décadas y hoy se alza desde el blog “The Lesbians Daughter” para testimoniar cómo es la vida para una “descendiente” de lesbianas.
El 21 de abril pasado, con una carta titulada “Los niños no están bien”, publicada en U.S.A. por The Federalist, Brandi dio nuevo impulso a su activismo, manifestando una verdad que las leyes de muchos países silencian, olvidan, aplastan:
“Algunos hijos de padres homosexuales –dice Brandi-, al igual que algunas personas homosexuales, no apoyan la paternidad gay o el matrimonio gay. Hombre y mujer, juntos, aportan algo que cada niño y niña necesita”.
En el Blog “The Lesbians Daughter”, esta joven criada en U.S.A. valida los derechos de su madre a ser feliz, pero también la “salida del closet” que como hija ha realizado, para denunciar la verdad que los medios de comunicación masivos silencian…
“Creo que mi mamá tenía derecho a ser feliz y vivir su vida de la mejor forma posible. Y creo que yo tenía también derecho a ser feliz y vivir la vida de la mejor forma posible. Finalmente su decisión fue una auténtica captura, durante 22 años. Alguien iba a salir lastimado de cualquier manera, y da la casualidad de que fui yo…”.
Este 11 de junio, tras la decisión impuesta por la Corte Suprema de Estados Unidos que valida en todo ese país el matrimonio para personas del mismo sexo, Brandi comenta desde su Blog que lo considera como la ola de un “maremoto que hoy está descendiendo hacia la sociedad. La embestida sofocante para imponer la homosexualidad y los estilos de vida alternativos en cada rincón… Desde banderas del orgullo gay en las celebraciones militares a revistas llenas de obscenidades en las tiendas de comestible… Aunque estoy de acuerdo que nadie debe ser tratado mal por su estilo de vida, sobre todo hasta el punto de imponer violencia, ¿Es ésta realmente la única manera? ¿No hemos traspasado desde la tolerancia a forzar ahora la aceptación?… ¿Cómo una aceptación forzada podrá cambiar algo?”
Nace la activista
Su activismo nació un día del año 2010 cuando vio en la vía pública el anuncio de una nueva película cuyo título era: “The Kids Are Alright” (los niños están bien). Se puso tensa, reconoce, al punto que se le revolvió el estómago pues podía intuir de qué se trataba ese filme. Después de mirar la sinopsis de la película estaba lívida. Sólo el título de la película le ponía lívida de enojo, confidencia en su Blog.
“Sentí como si Hollywood estuviere tratando de decirle a la sociedad algo de mí, y de hecho lo hacían, pero decían mentiras. Al menos no ocurría en mi caso. No me sentía «bien» de la forma en que yo crecí… Esta película y su título fueron la chispa que encendió la activista en mí. Supe entonces que en algún momento yo quería hablar acerca de lo que significa crecer en un hogar homosexual, y aquí estoy”.
Así comenzó un camino que alcanzó el apogeo con la carta publicada en Abril de este año 2015 donde esta joven le habla a la comunidad organizada de Lesbianas Gay Bisexuales Transexuales (LGBT)…
“Nunca llevé una bandera en sus desfiles del orgullo gay –comienza diciendo Brandi-. Nunca escribí una carta en vuestro nombre a un miembro del Congreso o cualquier otra persona, y nunca sentí la necesidad de hacer que la gente acepte el hecho de que soy la hija de una lesbiana. Tal vez porque ella nunca sintió la necesidad de obligar a la gente a aceptarla por serlo… No, nunca me alinearía con una comunidad tan intolerante y egoísta como la comunidad LGBT, una comunidad que exige tolerancia con fervor y pasión, sin embargo, no la da a cambio, incluso en ocasiones a sus propios miembros… Yo soy un producto de la Revolución Lésbica de los años 80. Mi madre siempre sabía que le gustaban las chicas, pero se esforzó por ser una buena, recta, chica Bautista del Sur. Cuando yo tenía un año de edad, dejó a mi padre por otro hombre, con quien vivimos hasta mis cuatro años de edad… entonces lo dejó por otra mujer”.
Ningún silencio impuesto “cambia lo que los niños pueden ver”, denuncia Brandi y esta fue una poderosa razón para alzar la voz. A su modo narra lo que sufría al compartir con sus amigos que tenían una mamá y un papá: “Pasaba todo el tiempo que me era posible con esos amigos. Yo anhelaba el afecto que mis amigos recibían de sus papás. Quería saber cómo era ser celebrada y acariciada como hija por un padre… En lo que a mí respecta, yo ya tenía una madre; no necesitaba otra…Crecer sin la presencia de un hombre en mi casa me dañó. Todo lo que quería desde niña era una familia normal… Siempre estuve aterrorizada de que alguien descubriera que mi madre era lesbiana… Sólo recién cuando conocí a mi marido, todo hizo clic. Por primera vez, me sentí viva y completa. Tener hijos y contemplar a un hombre padre…fue hermoso e imponente. Esto sólo reforzó mi creencia de que un niño necesita un padre y una madre, y que la paternidad del mismo sexo o las familias monoparentales son muy inferiores a una sana paternidad heterosexual”.
El derecho y el deber de levantar la voz
Es la lógica del amor, dice Brandi, lo que le llevó al activismo. Así como nadie se escandaliza porque los hijos de padres divorciados manifiesten sus heridas, nadie debería calificar de irrespetuoso, egoísta u homofóbico, dice, el testimonio de los niños y niñas que han sufrido siendo criados por parejas del mismo sexo. Así lo argumenta, en otra de sus publicaciones del Blog:
“…Estoy aquí para decir que dos personas que se aman no es lo suficiente. Y a veces, dependiendo de las circunstancias, es perjudicial. Los niños están en una etapa de aprendizaje en sus vidas y cierto “amor” no enseña a los niños todo lo que necesitan saber acerca de cómo navegar en este mundo.
Es interesante que sólo haya dos sexos, masculino y femenino, y que se requieren esos dos sexos para procrear un niño. Por lo tanto ¿no tiene acaso sentido afirmar que los descendientes de esos dos sexos, necesitan que ambos sexos que los procrearon sean parte de la crianza? La gente siente simpatía por los niños que son criados sin padres -ya sea porque tenían papás que de golpe fallecieron o porque uno de los progenitores falleció-, porque es obvio que esos niños perdieron algo importante. Pero cuando se involucra la homosexualidad, no hay simpatía por los niños a quienes se impone el ser huérfano de padre o madre, y eso es trágico.
…El ataque a la identidad sexual femenina y masculina está en pleno apogeo y, a menos que más personas se levanten para defender los elementos más básicos de nuestra existencia humana, corremos el riesgo de perder nuestra propia identidad humana.”
.infovaticana.com/2015/07/20/joven-criada-por-lesbianas-sale-del-closet/