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Una cosa son los homosexuales y otra el homosexualismo, como una cosa
son los obreros y otra el marxismo, o las mujeres y el feminismo, o los
catalanes y el nacionalismo catalán, etc. Esas ideologías se dicen,
falsamente, representantes de los homosexuales, los obreros y demás, y
pretenden transformar la sociedad de acuerdo con sus particulares
concepciones.
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El término "GAY" se ha interpretado como "Good As You", pero no es
verdad. Un homosexual puede ser tan bueno o mejor que la mayoría como
arquitecto, nadador o matemático, pero su homosexualidad no será "tan
buena" como la normal: seguirá siendo una desgracia, que puede afrontar
mejor o peor. Por hacer una comparación trivial, un cojo puede ser un
gran empresario o científico, pero no logrará convencernos de que andar
cojeando es tan bueno como andar normalmente.
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Tampoco lograrán convencernos –ni convencerse– de que el único
problema consiste en la actitud de la gente con respecto a esas
desgracias o a cualesquiera otras, o de que solo hay desgracia si uno se
siente desgraciado. Se trata de la idea de que la realidad no existe,
que solo existen constructos o invenciones mentales, y que basta cambiar
el punto de vista sobre la realidad para que esta se transforme en otra
cosa. "La mujer no nace, se hace", decía Simone de Beauvoir, y esa
concepción se ha extendido mucho. Este modo de ver las cosas es
inconsecuente, porque entonces valdría igual un punto de vista que otro,
una opinión que otra, etc., ya que todas son invenciones en el fondo
arbitrarias. Valdría tanto, por ejemplo, el homosexualismo como lo que
llaman la homofobia. Pero ahí las ideologías se detienen: solo valen los
puntos de vista, las invenciones de ellas.
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La homofobia, como el antiobrerismo, el machismo o el anticatalanismo,
son, en ese sentido, palabras-policía, intimidatorias, a fin de
paralizar la expresión de ideas o puntos de vista no conformes a tales
ideologías. Estas rebosan odio a sus contrarias, pero no toleran el
mismo odio en las demás. Pretenden, incluso, crear leyes para perseguir
criminalmente a quienes piensan u obran de modo diferente, y cultivan
asiduamente el victimismo sobre el pasado para justificar privilegios y
opresiones presentes a los que aspiran –y a menudo logran.
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El homosexual razonable no hace de su condición sexual el centro de su
personalidad y de su vida, acepta su realidad si cree que no puede
cambiarla, y la lleva con discreción, ya que se trata de un asunto
íntimo, como debieran hacer también los heterosexuales, aunque hoy se
procura ya desde la escuela destruir los sentimientos de pudor y otros
parecidos. El homosexualista, más consciente que nadie de su desgracia,
en lugar de asumirla intenta grotescamente convertirla en motivo de
orgullo y obligar a los demás a creerla "good as you".
- El homosexualismo no se limita a decir que un homosexual es una persona y debe ser respetado. En realidad eso le importa poco y va mucho más allá. Hace de su condición sexual el centro de su pensamiento y de su acción, y pretende que la sociedad se conforme según sus teorizaciones. Necesita creer y hacer creer que el apego social a una sexualidad normal, a la reproducción, a la familia, al pudor, etc. son "prejuicios" que deben desarraigarse por todos los medios. El homosexualismo, el feminismo y otras ideologías "radicales" suelen ir juntos, con efectos "progresistas" como el creciente fracaso matrimonial y familiar, el auge de la prostitución en mil formas y otros muchos que en otro artículo he definido como índices de mala salud social.
- http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/mas-sobre-homosexualidad-y-homosexualismo-55598/
lunes, 13 de julio de 2015
Homosexualidad y homosexualismo
En la polémica sobre la homosexualidad ha intervenido ahora el señor
Esplugas con un artículo algo confuso y palabrero, como suelen ser
muchas discusiones en España, sugiriendo además que homosexualismo y
liberalismo van juntos. Para no perder el tiempo, resumiré algunas
cuestiones básicas: