Andrew Cozzens acaba de ser designado obispo auxiliar de St. Paul y Minneapolis -Minnesota,
EE.UU.- por el Papa Francisco. Su madre, Judy, da testimonio de la
reveladora historia de este reconocido y joven prelado de 45 años, al
que antes de nacer los médicos aconsejaron abortar.
REDACCIÓN HO.- El Papa Francisco nombraba el pasado 11 de octubre a Andrew Cozzens obispo auxiliar de St. Paul y Minneapolis, las ciudades gemelas de Minnesota (Estados Unidos). Ordenado sacerdote en 1997, a los 28 años, tiene ahora 45 y es profesor de Teología Sacramental, encargado de liturgia en el seminario diocesano y una persona reconocida y apreciada. Pero antes de nacer las cosas eran muy distintas: lo cuenta su madre a The Catholic Spirit, a raíz de su nombramiento: el futuro obispo pudo haber muerto abortado si Judy, que tiene hoy 69 años, hubiese seguido los consejos de su ginecóloga, que lo consideraba "un monstruo".
Una apuesta por la vida
Embarazada de cinco meses del que sería su segundo hijo, Judy sintió dolor en el estómago; al principio atribuyó a un virus que en aquel momento hacía estragos en el colegio donde daba clases a tiempo parcial. Pero pronto comprendió que eran dolores de parto, que se presentaba peligrosamente prematuro. Acudió rápidamente al hospital con Jack, su marido, y allí lograron detener el proceso.
Pero al día siguiente, el médico llegó a la habitación con una propuesta terrible: "Usted trae un feto deforme. No puede continuar con el embarazo". "¿Qué quiere decir?", contestó Judy, una mujer de firmes convicciones católicas: "¡Es mi hijo!". "No, creo que no me entiende", insistió el doctor: "Lo que usted lleva dentro es un monstruo y no debe continuar este embarazo". El aborto en Estados Unidos aún no se consideraba un 'derecho', pero sí se empezaba a practicar por razones consideradas "terapéuticas". "Es mi hijo, y lo que Dios nos envíe, lo aceptaremos", respondió sencillamente su madre. El médico se negó a continuar atendiendo el embarazo, pero arriesgando en esta asistencia más de lo que cubría su seguro de salud, encontraron un sustituto que ayudó a llevarlo a término el 3 de agosto de 1968.
Andrew nació perfectamente normal, aunque con un eczema que cubría todo su cuerpo. Tuvo algunos problemas más de salud, como un problema estomacal provocado por unas alergias que le obligaban a ser alimentado con una fórmula especial cada dos horas durante todo el día, durante dos años. El problema derivó a un asma crónica que todavía le afecta. Pero nada que convierta a nadie en un "monstruo". Paradójicamente, ese asma le sirvió para despuntar a su vocación de entrega a Dios a una edad tan temprana como los 4 años. Una noche, durante una estancia hospitalaria en la que tuvieron que conectarle a un pulmón artificial, le dijo al médico que le acompañaba: "Vaya a dormir a la cama. Estaré bien. Voy a crecer y a dedicarme a las tareas de Dios". De hecho, ¡lo hizo aquel mismo día! El doctor le dijo luego a Jack y Judy que estaba perdiendo su fe en Dios a consecuencia de un proceso de divorcio muy doloroso, y que las palabras del pequeño le habían ayudado.
Andrew creció en una familia muy devota. Sus padres se habían conocido en 1964 como estudiantes universitarios en una cita a ciegas, y cuatro semanas después de quedar por primera vez, Jack le propuso matrimonio a Judy en la capilla de la universidad, tras rezar un rato juntos. "Ella dijo sí inmediatamente, y mientras le ponía el anillo de compromiso, las campanas de la capilla empezaron a sonar. Miré mi reloj y eran las 18.23. No había razón para que sonasen a esa hora, así que nos encantó el hecho", confiesa Jack, quien cree que fue un signo de que iban a ser bendecidos con un hijo sacerdote.
Su vocación se fraguó también en Denver, donde la familia se trasladó cuando él tenía 4 años para que pudieran estar cerca de reconocido hospital de investigación especializado en el tratamiento del asma infantil, gracias a la amistad que entabló la familia con un sacerdote. Monseñor. Thomas Barry se hizo amigo del joven Drew joven e incluso se adelantó su primera Comunión.
El "monstruo" siguió haciendo vida normal, incluso más que normal, al seguir las aficiones de montañero de su padre. Junto con su hermana mayor, Helen (madre de una jugadora de baloncesto que apunta alto), y su hermano de acogida, Sergei, escalaron en 1982 el difícil Grand Teton de Wyoming. Por cierto que con Sergei, hoy abogado, Andrew también mostró su buen corazón. La familia lo intentó adoptar cuando tenía 15 años, pero no lo consiguieron, aunque pasó con ellos una temporada tan larga que lo consideran uno más. En una ocasión, mientras estaban cenando y comentando las dificultades para la adopción, el futuro obispo, que tenía entonces 10 años, se lamentó: "¿Cuál es el problema? Sergei necesita un hogar y nosotros tenemos uno". Siempre ha sido muy sensible a esa problemática, por su relación con Sergei y por su propio caso, y ya como sacerdote formó parte de Safe Place for Newborns, una organización que atiende recién nacidos en riesgo de ser abandonados.
Doctor por el Angelicum
REDACCIÓN HO.- El Papa Francisco nombraba el pasado 11 de octubre a Andrew Cozzens obispo auxiliar de St. Paul y Minneapolis, las ciudades gemelas de Minnesota (Estados Unidos). Ordenado sacerdote en 1997, a los 28 años, tiene ahora 45 y es profesor de Teología Sacramental, encargado de liturgia en el seminario diocesano y una persona reconocida y apreciada. Pero antes de nacer las cosas eran muy distintas: lo cuenta su madre a The Catholic Spirit, a raíz de su nombramiento: el futuro obispo pudo haber muerto abortado si Judy, que tiene hoy 69 años, hubiese seguido los consejos de su ginecóloga, que lo consideraba "un monstruo".
Una apuesta por la vida
Embarazada de cinco meses del que sería su segundo hijo, Judy sintió dolor en el estómago; al principio atribuyó a un virus que en aquel momento hacía estragos en el colegio donde daba clases a tiempo parcial. Pero pronto comprendió que eran dolores de parto, que se presentaba peligrosamente prematuro. Acudió rápidamente al hospital con Jack, su marido, y allí lograron detener el proceso.
Pero al día siguiente, el médico llegó a la habitación con una propuesta terrible: "Usted trae un feto deforme. No puede continuar con el embarazo". "¿Qué quiere decir?", contestó Judy, una mujer de firmes convicciones católicas: "¡Es mi hijo!". "No, creo que no me entiende", insistió el doctor: "Lo que usted lleva dentro es un monstruo y no debe continuar este embarazo". El aborto en Estados Unidos aún no se consideraba un 'derecho', pero sí se empezaba a practicar por razones consideradas "terapéuticas". "Es mi hijo, y lo que Dios nos envíe, lo aceptaremos", respondió sencillamente su madre. El médico se negó a continuar atendiendo el embarazo, pero arriesgando en esta asistencia más de lo que cubría su seguro de salud, encontraron un sustituto que ayudó a llevarlo a término el 3 de agosto de 1968.
Andrew nació perfectamente normal, aunque con un eczema que cubría todo su cuerpo. Tuvo algunos problemas más de salud, como un problema estomacal provocado por unas alergias que le obligaban a ser alimentado con una fórmula especial cada dos horas durante todo el día, durante dos años. El problema derivó a un asma crónica que todavía le afecta. Pero nada que convierta a nadie en un "monstruo". Paradójicamente, ese asma le sirvió para despuntar a su vocación de entrega a Dios a una edad tan temprana como los 4 años. Una noche, durante una estancia hospitalaria en la que tuvieron que conectarle a un pulmón artificial, le dijo al médico que le acompañaba: "Vaya a dormir a la cama. Estaré bien. Voy a crecer y a dedicarme a las tareas de Dios". De hecho, ¡lo hizo aquel mismo día! El doctor le dijo luego a Jack y Judy que estaba perdiendo su fe en Dios a consecuencia de un proceso de divorcio muy doloroso, y que las palabras del pequeño le habían ayudado.
Andrew creció en una familia muy devota. Sus padres se habían conocido en 1964 como estudiantes universitarios en una cita a ciegas, y cuatro semanas después de quedar por primera vez, Jack le propuso matrimonio a Judy en la capilla de la universidad, tras rezar un rato juntos. "Ella dijo sí inmediatamente, y mientras le ponía el anillo de compromiso, las campanas de la capilla empezaron a sonar. Miré mi reloj y eran las 18.23. No había razón para que sonasen a esa hora, así que nos encantó el hecho", confiesa Jack, quien cree que fue un signo de que iban a ser bendecidos con un hijo sacerdote.
Su vocación se fraguó también en Denver, donde la familia se trasladó cuando él tenía 4 años para que pudieran estar cerca de reconocido hospital de investigación especializado en el tratamiento del asma infantil, gracias a la amistad que entabló la familia con un sacerdote. Monseñor. Thomas Barry se hizo amigo del joven Drew joven e incluso se adelantó su primera Comunión.
El "monstruo" siguió haciendo vida normal, incluso más que normal, al seguir las aficiones de montañero de su padre. Junto con su hermana mayor, Helen (madre de una jugadora de baloncesto que apunta alto), y su hermano de acogida, Sergei, escalaron en 1982 el difícil Grand Teton de Wyoming. Por cierto que con Sergei, hoy abogado, Andrew también mostró su buen corazón. La familia lo intentó adoptar cuando tenía 15 años, pero no lo consiguieron, aunque pasó con ellos una temporada tan larga que lo consideran uno más. En una ocasión, mientras estaban cenando y comentando las dificultades para la adopción, el futuro obispo, que tenía entonces 10 años, se lamentó: "¿Cuál es el problema? Sergei necesita un hogar y nosotros tenemos uno". Siempre ha sido muy sensible a esa problemática, por su relación con Sergei y por su propio caso, y ya como sacerdote formó parte de Safe Place for Newborns, una organización que atiende recién nacidos en riesgo de ser abandonados.
Doctor por el Angelicum
Tras estudiar en un colegio público, formarse con los benedictinos y crecer en la fe durante un tiempo con la Renovación Carismática, Andrew entró en el seminario, se ordenó sacerdote, y luego acudió al Angelicum de Roma (la universidad de los dominicos),donde se doctoró en 2008 con una tesis sobre el sacerdote como "imagen viva de Jesucristo". ¿Lo será como obispo? Judy cree que sí: ""Al principio, [en el anuncio del nombramiento de su hijo] yo era un mar de lágrimas. Pero, ¿sabes qué? Es un sacerdote bueno y santo, un hombre humilde y un soldado fuerte. Está listo. Está preparado".
Es su madre quien lo dice, cierto, pero... es una madre que hace 45
años aceptó serlo "de un monstruo" si ésa era la voluntad de Dios. La
credibilidad se la ha ganado a pulso.
hazteoir.org/noticia/54450-aquel-monstruo-al-que-su-madre-se-nego-abortar-ahora-apreciado-obispo