La llegada del mes de agosto
significa el inicio de las vacaciones para muchos. Por ello, los
expertos en salud del TISOC Coaching han elaborado una lista con los comportamientos que pueden arruinar tus vacaciones y la mejor manera de evitarlos.
1. Y este agosto ¿qué hacéis? Como cada agosto desde hace 10 años: ¡A la playa con la familia política!
Si esto es lo que realmente queremos
hacer, perfecto. Pero antes de reproducir exactamente las mismas
vacaciones del año pasado y del anterior, convendría formularnos unas
pocas preguntas básicas. ¿Cuál es el propósito de las vacaciones?
¿De qué exactamente queremos desconectar? ¿Cómo y con quién son las
vacaciones que realmente nos apetecen? Quizás nuestro paraíso particular
esté en la tranquilidad de la ciudad en agosto, o escalando una montaña
de 8.000 metros. Y nosotros sin saberlo hasta ahora.
2. Túmbate en el sofá y no te muevas de ahí si no es por imperativo legal.
Nuestro cuerpo funciona en muchos aspectos como un coche.
Pasar repentinamente de la quinta a la primera marcha hace que el cuerpo
se rebele y enferme. Lo ideal es ir rebajando de velocidad
paulatinamente a lo largo de dos ó tres días, y lo mismo se aplica para
ir incorporándonos a nuestra rutina habitual al final de las
vacaciones. Ponerse malo al comienzo de las vacaciones es un síntoma
claro de que la transición del trabajo al descanso del verano no se ha
hecho adecuadamente.
3. Ingiere cada día cinco horas de televisión y tres de internet.
En otras palabras, lo que veníamos haciendo en casa antes
de marcharnos de vacaciones. Las vacaciones son el periodo del año
perfecto para introducir un refrescante cambio de hábitos en nuestra
vida cotidiana, para poner en práctica esos planes tan apetecibles pero permanentemente auto postergados con el pretexto de las rutinas y la falta de tiempo.
4. Pégate unas palizas tremendas para aprovechar tu tiempo de asueto al máximo.
Cambio de hábitos,
sí, pero ojo, todo en su justa medida. Tampoco hace falta verse todos
los monumentos ni hacerse todas las actividades como si no hubiese un
mañana. A no ser que queramos regresar a nuestra rutina del resto del
año tan o más cansados que cuando nos fuimos, claro. Las vacaciones implican una reducción de la velocidad y de los biorritmos.
Hay que bajar un poco el pistón. No olvidemos que «ocio» y «ociosidad»
son palabras que proceden de la misma familia. La palabra clave es
«equilibrio».
5. Llama todos los días a la oficina para ver cómo va todo.
Si nuestra intención es relajarnos y desconectar durante
las vacaciones, es necesario cambiar de actividad con respecto al tipo
de tareas que hacemos durante el resto del año, especialmente con las
relacionadas con nuestro ámbito laboral. Si no nos queda más remedio que
mantener contacto con la oficina o trabajar durante las vacaciones, lo
más adecuado es fijar límites y reglas. Por ejemplo, trabajar entre las 9 y las 10 de la mañana, un máximo de 3 días a la semana.
6. Di sí a todos los compromisos.
Y en el caso improbable de que digas no, dale muchas
vueltas y siéntete culpable. Para que las vacaciones surtan efecto lo
ideal es minimizar los compromisos sociales
que percibamos como una obligación y dedicar el mayor tiempo posible a
lo que realmente nos apetece hacer. Y sobre todo, es muy importante que
esta elección no nos haga sentir culpables. Hacer lo que realmente deseamos
hará que nos sintamos más satisfechos y que proyectemos esa
satisfacción a las personas de nuestro entorno, incluidas aquellas a las
que hemos dicho que NO en alguna ocasión.
7. Acuéstate todos los días a las tres de la mañana y levántate a la una, ¡para eso están las vacaciones!
Pasar de de acostarnos a las 10,30-11 de la noche y al día
siguiente madrugar a, en apenas 24 horas, trasnochar a diario y dormir
hasta bien entrada la mañana es una mala idea. No hay cuerpo que aguante
el cambio brusco de horarios
sin resentirse. Estamos muy concienciados con los efectos adversos del
jet lag y muy poco con los de los cambios repentinos de horarios. Si
nuestra intención es trasnochar cada día de agosto, concedámonos unos
días de adaptación al nuevo horario y otros tantos antes de volver a la
rutina de otoño.
8. Concentra todas tus vacaciones en agosto
Ya te apañarás con los días festivos. Tomarse unas minivacaciones de 3 ó 4 días coincidiendo
con cada cambio de estación es una práctica muy recomendable. Supone el
método más efectivo para adaptar nuestro biorritmo a cada momento del
año sin sufrir astenias primaverales, síndromes postvacacionales o la
clásica melancolía que produce tener menos horas de sol durante el
invierno.
9. Rodéate de música bien alta y de mucha gente durante el mayor tiempo posible
El silencio y la soledad pueden
resultar incómodos porque suponen encontrarnos con nosotros mismos y
escucharnos. Sin embargo, este ejercicio, aunque sea en pequeñas dosis,
es de lo más aconsejable durante el periodo del año en el que estamos
más tranquilos y disponemos de más tiempo. Contar con un tiempo exclusivo para nosotros y en silencio es un lujo asequible que aprenderemos a valorar más y más según lo vayamos practicando.
abc.es/sociedad/20130730/abci-como-arruinar-vacaciones-201307291120.html