El “Informe Kissinger” es un estudio que se hizo en los años 70 del
siglo pasado. Al entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry
Kissinger, se le encomendó la tarea de proyectar la situación mundial y
los efectos que tendría esa realidad sobre los Estados Unidos y sus
intereses nacionales e internacionales como potencia mundial, durante
los siguientes treinta años, o sea, hasta el año 2000.
Los resultados de ese estudio establecieron que la población de los
países del tercer mundo se estaba multiplicando y rejuveneciendo
mientras que, ellos, los Estados Unidos, estaban envejeciendo. Además,
en los territorios de esos países se encontraban los recursos naturales y
materia prima de la que carecerían Estados Unidos y los países
industrializados. La principal conclusión y recomendación fue la
decisión de combatir el crecimiento de la población a través de la
esterilización de mujeres y hombres y, sobre todo, por medio de leyes de
salud sexual y reproductiva que promuevan y faciliten la
anticoncepción y el aborto como derecho.
Estas políticas se han incrementado después del año dos mil y se
imponen de la mano de amenazas, restricciones y negativas a la a los
programas de ayuda y asistencia económica y social ofrecidos por los
organismos internacionales.
La promoción e imposición del aborto se convirtió inmediatamente
en la punta de lanza de la estrategia para controlar y manipular la
población mundial, sobre todo en los países del llamado “Tercer mundo” o
“en desarrollo”, como Panamá. Con esa finalidad contraria a la vida
humana, nuestros países tendrían a su disposición todos los recursos
administrativos y organizativos de las Naciones Unidas; pero, de no
aceptar el aborto y otras políticas anti-vida y anti-familia, como la
homosexualidad, no recibirían ayuda internacional para sus pueblos. Un
vulgar chantaje.
Sin embargo, las políticas del Informe Kissinger han encontrado una
dura piedra en el camino: La roca petrina del Vaticano. La roca que
odian y temen.
Justo por aquellos años apareció la Encíclica del Papa Paulo VI
“Humanae Vitae”, documento de valor científico y moral en el
cual, entre otras cosas, se denunciaba el peligro de la recién
inventada píldora anticonceptiva. Sus escritos sobre los daños sociales y
a las personas causados por tales supuestos medicamentos, constituyen
toda una profecía de calamidades.
Algunas naciones han empezado a reaccionar en contra de esas
políticas anti-vida y anti-familia y se enfrentan a las Naciones
unidas y a la Unión Europea que las promueven e imponen. Rusia, una de
las potencias del mundo, es el principal opositor a esas políticas,
junto con una mayoría de los países árabes islámicos. Los países
latinoamericanos, en cambio, se someten servilmente; incluidos los
autocalificados progresistas y antiimperialistas de oficio, que guardan
silencio ante aquellas imposiciones del capitalismo y del imperialismo
que tanto denuncian en las plazas.
Hoy día, la aplicación de las políticas del informe Kissinger
incluyen también, para justificar el aborto masivo, el “calentamiento
global”, con el cual se pretende culpar al crecimiento poblacional de
aquel fenómeno atmosférico natural. No se ha podido demostrar
científicamente que el aumento de la población sea la causa del
calentamiento global. Pero, esto no ha sido óbice para que
el presidente norteamericano, Barack Obama, en su discurso de
inauguración del nuevo período presidencial, se haya referido al tema
como una prioridad de su gobierno. Ninguna duda existe de la
identificación del presidente norteamericano con la política anti-vida
que se establece en el “Informe Kissinger”.
En desarrollo de esa política anti-vida, en manos, ahora también, de
las Naciones Unidas, se promueven el homosexualismo como norma de
conducta deseable, por su infertilidad. Se introduce, de ese modo, en
la política de globalización mencionada, a un grupo humano al que se
desatiende en lo esencial, para ellos, que es su orientación y salud
moral y su correcto enfoque antropológico, para dejarlo a merced de una
sexualidad humana concebida como parte de un mercado de pagano de
placeres, sin reglas morales. Estas realidades no detienen a los
activistas de la “cultura de la muerte” y seguidores del “Informe
Kissinger”. Hace unos meses, un Cardenal de la Iglesia Católica, había
denunciado que la UNESCO (Organización para la Educación, la Ciencia y
la Cultura, de las Naciones Unidas), tenía entre sus planes que para el
año 2050 la mitad de la población debería ser homosexual. Como diría El
Padrino de la Mafia “No es nada personal. Es asunto de negocios”.
Y esto está sucediendo en nuestras propias narices. He aquí una
tarea seria y de profundo valor social, humanitario y de verdadero
patriotismo para nuestros políticos, sobre todo para los aspirantes a
los altos cargos de gobierno: La liberación del país de las garras
infames de los promotores de las políticas antivida y anti-familia
plasmadas en el Informe Kissinger. Esta sí es una verdadera lucha de
liberación nacional. A las otras, la de los periódicos y de los
panfletos revolucionarios, nadie les hace caso.
http://blogs.hazteoir.org/opinion/2013/02/18/el-informe-kissinger-amenaza-vigente-por-miguel-a-espino-perigault/