(...) Porque tanto Cataluña, como las vascongadas, han gozado
históricamente de una situación de privilegio, incluso durante la
dictadura. Y lo han disfrutado mientras el resto de los españoles,
padecíamos situaciones de profundo subdesarrollo. Ellos fueron los
primeros que disfrutaron de autopistas —cierto que de peaje, pero
autopistas al fin y al cabo— cuando en el resto de España nos jugábamos
la vida circulando por carreteras tercermundistas, en las que cada curva
o cada adelantamiento, constituían una trampa mortal.
Me parece de una puerilidad insólita la lucha que hoy, muchos de los que están vivos, mantienen aún contra los muertos.
Cataluña y los catalanes gozaron en su día de una potente industria
—hoy en ruinas gracias a la política sistemática y continuada de sus
gobiernos nacionalistas— que justificaban al amparo de una falsa imagen
de laboriosidad, con menosprecio del esforzado trabajo realizado en
inferioridad de condiciones por el resto de los españoles. Nada menos
cierto que esta superchería. El florecimiento de su industria textil,
hoy superada ampliamente por la iniciativa y creatividad de innumerables
empresas establecidas en otras regiones españolas, se debía a la
imposibilidad de competir con las firmas establecidas en Cataluña, en
virtud de las subvenciones concedidas por los diferentes gobiernos de la
dictadura. No solo eso, sino que el régimen, que con razón, tan
calurosamente aplaudían en vida del dictador y que hoy tanto
estigmatizan, les concedió el privilegio de instalar en su región, el
sueño dorado que entonces podría albergar cualquier otra zona española:
la SEAT, que tanta riqueza y puestos de trabajo les proporcionó. Como se
puede observar, Cataluña siempre ha gozado de una constante política de
concesiones, para de este modo tener satisfecha y adormecida la
voracidad de su burguesía, que en eso y no en otros valores, fundamentan
sus aspiraciones independentistas.
Otro de los artificios construidos para justificar su política
secesionista, es el pretendido genocidio cultural cometido durante el
franquismo, engañifa sobre la que pretenden fundamentar su feroz ataque
al idioma común de todos los españoles, lengua madre de la mayoría de
los despreciados charnegos que tanto les han ayudado durante décadas a
colocar a Cataluña en una situación de privilegio con respecto al resto
de España.
Las lenguas, son vehículos de entendimiento entre los seres humanos y
no barricadas de exclusión, como las ahora levantadas, que solo
conducen a un empobrecido y decadente aislamiento. Frente a las mentiras
propaladas por aquellos que encubren sus espurios intereses personales
bajo el manto de una bandera, es oportuno recordar que durante la
dictadura que perpetró el presunto genocidio cultural que ahora
enarbolan y desde el principio de los años cuarenta, se editaron en
Cataluña, obras en catalán y de autores catalanes, como por ejemplo la
obra de Mosén Jacinto Verdaguer, a quien el obispo de Vich, Josep Torras
i Bages, calificó como «Príncipe de los poetas catalanes».
Podría citar infinidad de ejemplos que echan por tierra las
invenciones y engaños de que hoy se sirven los nacionalistas catalanes
para romper lo que España viene siendo desde hace más de 500 años. Sin
embargo, y a pesar de que lo que afirmaba Goebbels, que era y sigue
siendo una realidad, no es menos cierto que “No porque todo el mundo
crea en una mentira, esta se convierte en verdad”.
Y bueno será tener presente que, como decía el dramaturgo alemán
August von Kotzebue, “Los enanos permanecerán enanos aunque se suban a
los Alpes”.
“El que ignora su pasado, es una página en blanco que desconoce que forma parte de un libro”
Anónimo
http://blogs.hazteoir.org/opinion/2013/01/23/mentiras-ciertas-y-genocidios-imaginarios-por-cesar-valdeolmillos/