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Podríamos entender pues que el aborto intencionado sigue siendo igual
de inseguro con independencia de que lo practique un licenciado en
medicina o un diplomado en enfermería y que eso no va a afectar a la
reducción de las lesiones uterinas, las hemorragias maternas o la
persistencia de restos. Ciertamente esos tres son los riesgos inmediatos
que más afectan a la salud de la mujer durante un aborto; las lesiones
uterinas pueden dejar secuelas en futuros embarazos, las hemorragias son
una importante causa de muerte materna en todo el mundo y cuando la
evacuación del feto viviente es incompleta es causa de importantes
infecciones como la endometritis. En no pocas ocasiones la propia vida
de la mujer es puesta en riesgo por un procedimiento que carece de
indicación médica y a veces la solución de la complicación pasa por
extirpar el útero de la mujer quedando incapacitada para volver a tener
hijos.
Esta noticia realmente no aporta ningún dato novedoso. En efecto, provocar
un aborto no requiere de especiales habilidades técnicas, no hay ningún
arte en ello, el método es simple: basta con profanar el útero de una
mujer con un instrumento y practicar una extracción forzosa de su
contenido con una u otra técnica. Curanderos sin título los han estado practicando lucrosamente sin necesidad de preparación alguna.
Realmente para ello no se necesitan demasiados conocimientos médicos,
por supuesto no es necesario estudiar una carrera de 6 años más 4 de
especialidad. Ni siquiera es necesario estudiar los tres años
que requiere una enfermera o los dos que necesita un a matrona para
aprender a manejar y asistir un parto. Cualquier residente de
ginecología es capaz de realizar con seguridad legrados por aborto
espontáneo tras haber visto como se realizan tres o cuatro y haber
practicado bajo tutela otros tantos; en su primer mes de residencia ya
están capacitados para ello. Esto lo puede aprender cualquiera, no hay
ningún mérito en ello, no es mucho más complicado que enseñar a un niño a
disparar una ametralladora.
Pero en cualquier caso, esta noticia hay que tenerla en cuenta sin
perder de vista el objetivo ideológico que inspira a los autores del
estudio para propagar el aborto intencionado como servicio sanitario
público. La agenda prochoice (proelección) siempre ha utilizado la
estrategia de “vender” la necesidad de practicar abortos “seguros” (safe
abortion) para exigir primero su legalización y después su prestación
como servicio público más o menos gratuito. Convirtiendo en
sinónimos la legalidad y la seguridad, han tratado de hacer creer que el
aborto seguro sería- por arte de magia- aquel que es legal y que ello
era necesario para disminuir la mortalidad materna en todo el mundo. Para ello, como confesaba Bernad Nathanson, siempre
han mentido sobre las cifras de abortos clandestinos, que muchas veces
eran practicados ilegalmente pero por personal cualificado o experto.
Sin embargo, lo cierto es que ningún aborto ( ni siquiera cuando está
legalizado) es seguro para la mujer; los riesgos tanto a corto como a
largo plazo para la salud reproductiva y para su salud mental están
epidemiológicamente contrastados. Tanto es así que el Dr. Elard Koch,
epidemiólogo, en un estudio publicado en la revista científica Plos ONE
demostraba que el status legal del aborto no tenia ningún impacto en la
reducción de las cifras de mortalidad materna. La investigación reveló
que Chile, un país en el que la vida de toda persona en gestación goza
de protección legal y está prohibido cualquier tipo de aborto, es un
paradigma en salud materna a nivel mundial, pues la tasa de mortalidad
materna disminuyó en un 93,8 % entre 1957 y 2007 estando dos puntos por
debajo de Estados Unidas y siendo el país americano, tras Canadá, con
menores tasas de mortalidad materna.
Por último, lo que resulta evidente y lo que no están dispuestos a
considerar los cerriles defensores de la ideología pro elección y del
aborto seguro a pesar de lo que demuestra la ciencia experimental es
que ningún aborto podrá nunca ser seguro para la persona en gestación
que resulta destruida por el procedimiento, lo practique quien lo
practique ya sea en un apartamento o en un hospital de última
generación.
Esteban Rodríguez Martín.
Ginecólogos DAV
http://www.hayalternativas.org/noticias/?p=1047