China: "Desaparece" el esposo de la mujer forzada a abortar a los siete meses
La familia denuncia presiones de matones contratados por las autoridades locales tras el escándalo generado después de que la madre difundiera por internet imágenes suyas junto al cadáver de su bebé, arrojado a su cama.REDACCIÓN HO / ABC.ES.- A Feng Jianmei, la mujer china de la provincia de Shanxi sometida a un aborto forzpsp a los siete meses de gestación, primero le quitaron a su hija, arrancada de su vientre, y ahora a su marido, Deng Jiyuan, «desaparecido» desde el domingo. «La última vez que lo vi, estaba con todos nosotros y dijo que las autoridades locales querían hablar con él, así que se marchó. Desde entonces, no sabemos dónde está ni podemos contactar con su móvil», explicó a la agencia France Presse uno de sus parientes, quien también denunció las presiones que está sufriendo la familia desde que revelaran en internet el salvaje aborto forzoso que había sufrido Feng Jianmei cuando llevaba siete meses embarazada.
Con
una funda de almohada sobre la cabeza, esta mujer de 23 años fue sacada
de su casa en el condado de Zhenping a principios de junio y arrastrada
al hospital cuando su esposo se encontraba en el trabajo. A la fuerza,
fue obligada a firmar el consentimiento para que acabaran con su
embarazo, con su pulgar manchado de tinta. Y, tras inyectarle toxinas al
cerebro del feto, luego le arrojaron en la cama su hija muerta, todavía cubierta de sangre, como si fuera un perro.
Tan atroz foto, subida a internet,
escandalizó a toda China y al mundo entero, obligando al autoritario
régimen de Pekín a cesar a las autoridades locales y a abrir una
investigación. Como Feng Jianmei ya tenía una hija y su «hukou»
(certificado de empadronamiento) no es rural, sino urbano, no podía dar a luz de nuevo por la política del hijo único que
impera en China para controlar la superpoblación, pero la propia
agencia estatal de noticias Xinhua reconoció que era una «vergüenza
social» haberla obligado a abortar en tan avanzado estado de gestación.
En lugar de interrumpir su embarazo, debería haber sido multada tras dar
a luz. El problema es que su familia no tenía los 40.000 yuanes (5.000
euros) que le reclamaban las autoridades locales, que optaron por
hacerla abortar a la fuerza para cumplir con las cuotas impuestas desde
el Gobierno central. De hecho, uno de los responsables municipales incluso acudió al hospital para pedirle disculpas pero, una vez apagado el interés de los medios, han aparecido las represalias.
«El
domingo por la noche regresamos a casa y, fuera del hospital, se
congregó mucha gente portando pancartas y gritándonos que éramos unos
traidores. Ahora, nos siguen allá donde vamos», se quejó un familiar de
la mujer de las represalias sufridas por conceder entrevistas a medios
extranjeros. Aunque no quiso decir que los acosadores estaban al
servicio del gobierno local, es difícil que en China haya una
manifestación si no está consentida o alentada por las autoridades. «Si
esto no está organizado por el poder, ¿cómo puede la gente hacer
pancartas por su cuenta y sacarlas a la calle?», se pregunta un
internauta en un popular foro de «microblogs».
24 millones de hombres, sin esposa
Para
controlar su población, que ya ha superado los 1.350 millones de
habitantes, China impuso a finales de los años 70 la «política del hijo
único». Desde entonces, las familias urbanas sólo pueden tener un
vástago, pero a los campesinos del mundo rural se les permiten dos si el
primero es una niña. Por supuesto, se pueden tener más hijos pagando la multa correspondiente,
un lujo al alcance de los más privilegiados, pero el propio Partido
Comunista obliga a sus cuadros a abortar en caso de un segundo embarazo.
El
régimen de Pekín se enorgullece de haber puesto freno a la
superpoblación que sufre el país impidiendo 400 millones de nacimientos,
pero el crecimiento demográfico se ha estancado al disminuir los
nacimientos y aumentar la esperanza de vida. Además, se calcula que cada año se practican 13 millones de abortos, que sólo cuestan unos 600 yuanes (75 euros).
Esta cifra, que supera a la mitad de los 20 millones de nacimientos
contabilizados anualmente, podría ser incluso mayor porque muchas de
dichas interrupciones del embarazo tienen lugar en clínicas
clandestinas.
Con frecuencia aparecen en la Prensa
informaciones sobre los abusos cometidos por las autoridades locales
para cumplir la «política del hijo único», como los abortos forzosos o
las esterilizaciones masivas que el disidente ciego Chen Guangcheng, recientemente exiliado en Estados Unidos, denunció en su provincia, Shandong.
Además,
la «política del hijo único» ha disparado los abortos selectivos y la
diferencia de género por la tradicional preferencia por los varones,
ya que las mujeres abandonan el hogar familiar al casarse para cuidar
de los padres de su esposo. Según el censo, en China ya nacen 118 niños
para cada 100 niñas, lo que supone un explosivo riesgo social porque 24
millones de hombres no podrán encontrar una esposa para casarse en 2020.
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