Las raíces del mal
Santiago Martín
Según
se prolonga en el tiempo la crisis económica, se van oyendo voces
autorizadas que señalan otras razones de la misma, más allá del problema
creado por los Bancos con sus créditos irresponsables. Por ejemplo,
está la cuestión demográfica, gravísima para países como España, que ha
vivido muchos años con una tasa de natalidad muy baja y que ahora ve que
no puede pagar las pensiones de los jubilados porque no hay suficientes
personas trabajando; esto no hubiera sucedido si no se hubieran
asesinado más de un millón de niños mediante el aborto desde que éste se
legalizó en España; con una tasa que oscila en torno a los 120.000
abortos anuales, ¿a alguien le cabe duda de que eso tenía que repercutir
forzosamente en la pirámide de población, dando paso a una sociedad de
viejos? Ahora la solución que plantean es la de la eutanasia, para
acabar con todos los que se resisten a morir y se convierten en una
carga para un Estado que antes les ofreció vivir por encima de sus
posibilidades.
La otra cuestión que preocupa
grandemente a los analistas es la de los jóvenes. Si nos fijamos también
en España, y no es el único caso, nos encontramos con varias
generaciones que están mal preparadas para la dura lucha competitiva que
supone un mercado globalizado. Comparados, sobre todo, con los jóvenes
asiáticos, los españoles y en general los europeos no tienen disciplina,
sentido del deber, capacidad de sacrificio e incluso, aunque han tenido
a su alcance los mejores medios, tienen un nivel de formación bajo. Si
profundizamos un poco más en este análisis sociológico, lo que vemos es
una gran parte de la juventud entregada al hedonismo y que aspira sólo a
trabajar poco, ganar mucho y gastar todavía más; quieren vivir sin
asumir responsabilidades familiares porque usan ampliamente del sexo y,
cuando al fin asumen esas responsabilidades, el tipo de vida que han
llevado antes les ha hecho tan frágiles que a muchos les resulta
imposible mantenerlas; de ahí la elevadísima tasa de divorcios, con el
consiguiente sufrimiento e incluso con la caída en el nivel de vida para
los que se ven afectados por el mismo.
Pues bien,
hecho este análisis resulta extraordinariamente preocupante que el
Gobierno que ha sido responsable de la mala educación de los jóvenes
españoles, quiera ahora dar una última vuelta de tuerca para rematar su
labor destructiva. La asignatura Educación para la Ciudadanía representa
ese definitivo intento de destrucción de las raíces morales de los
jóvenes pues conlleva un cambio radical en el concepto de quién tiene
derecho a educar. Ese derecho siempre se ha visto radicado en la familia
y sólo cuando ésta se mostraba incapaz de ejercerlo –por ejemplo, en el
caso de padres drogadictos, violentos o que abandonan a sus hijos-, el
Estado lo asumía de forma subsidiaria. Pues bien, ahora es el Estado el
que tiene el derecho a educar y los padres van a poder hacerlo en
aquellas parcelas que al Estado se le antoje ceder; los padres no tienen
ya la última y principal palabra en la educación de los hijos e incluso
van camino de no tener ninguna. Esto es claramente un totalitarismo
estatal, al menos en el campo educativo, que asemeja al Gobierno español
con las peores dictaduras comunistas de la historia.
No
se trata de acusaciones infundadas. Están basadas en las palabras del
abogado del Estado cuando, ante el Tribunal Constitucional, ha defendido
el derecho del Estado a imponer Educación para la Ciudadanía aunque los
padres no quieran que esa asignatura –que según el mismo abogado tiene
como objetivo educar en el relativismo- la tengan que estudiar sus
hijos. Por si no hubiera quedado claro, esta semana, el ideólogo en
materia educativa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, Peces Barba, ha
afirmado que “quien marca el modelo de enseñanza no son los padres, sino
el Estado”, pues “los padres nos se han preocupado nunca de la
educación de los niños. En su momento la abandonaron a unos maestros
ignorantes, después a religiosos”. “La educación democrática –concluye-
corresponde a los poderes públicos”. Para rematar la faena, Peces Barba
termina pidiendo que se ataque a la Iglesia. “La sociedad española
merecería tener un poquito de anticlericalismo”.
El
problema de fondo no es que ideólogos cada vez más estalinistas como
Peces Barba estén animando a las bases sociocomunistas radicales a
volver a la quema de templos y al asesinato de curas, por muy grave que
esto sea. El problema es que quieren destruir la sociedad por la vía de
la destrucción de la juventud, educándoles en un permisivismo moral que
no sólo les mantenga drogados a base de sexo libre, sino que les impida
asumir las obligaciones que cualquier ser humano tiene que asumir.
Muchos padres, la mayoría, ni se enteran de qué va la jugada. Como no se
enteraron de lo que iba a pasar con la ley del aborto. Se quejan de que
no hay dinero para las pensiones o de que sus hijos se han vuelto
intratables porque son unos egoístas. Miran los frutos y no les gustan,
pero siguen sin ver que la culpa está en las raíces.
http://www.magnificat.tv/comentario20110123.php