Desde Tetuán, en el norte de África, el general Francisco Franco
Bahamonde, lanzó un mensaje explicando los motivos de la sublevación
que posteriormente reproduciría el periódico ABC. Rescatamos de la
hemeroteca su mensaje justo el día que comenzó el episodio bélico más
cruento de la historia de España, la Guerra Civil Española.
"¡Españoles! A cuantos sentís el santo nombre de España, a los
que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe
en el servicio de la patria, a cuantos jurasteis defenderla de sus
enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a su defensa. La
situación en España es cada día más crítica; la anarquía reina en la
mayoría de los campos y pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo
presiden, cuando no fomentan, las revueltas; a tiro de pistola y
ametralladoras se dirimen las diferencias entre los asesinos que alevosa
y traidoramente os asesinan, sin que los poderes públicos impongan la
paz y la justicia. Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la
vida de la población, arruinando y destruyendo sus fuentes de riqueza y
creando una situación de hambre que lanzará a la desesperación a los
hombres trabajadores. Los monumentos y tesoros artísticos son objeto de los más enconados ataques de las hordas revolucionarias,
obedeciendo a la consigna que reciben de las directivas extranjeras,
con la complicidad y negligencia de los gobernadores de monterilla. Los más graves delitos se cometen en las ciudades y en los campos, mientras las fuerzas de orden público permanecen acuarteladas,
corroídas por la desesperación que provoca una obediencia ciega a
gobernantes que intentan deshonrarles. El Ejército, la Marina y demás
institutos armados son blanco de los más soeces y calumniosos ataques,
precisamente por parte de aquellos que debían velar por su prestigio, y
entre tanto los estados de excepción de alarma sólo sirven para
amordazar al pueblo y que España ignore lo que sucede fuera de las
puertas de sus villas y ciudades, así como también para encarcelar a los
pretendidos adversarios políticos.
La Constitución, por todos suspendida y vulnerada, sufre un
eclipse total: ni igualdad ante la ley; ni libertad, aherrojada por la
tiranía; ni fraternidad, cuando el odio y el crimen han sustituido el
mutuo respeto; ni unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento
territorial, más que por regionalismos que los Poderes fomentan; ni
integridad ni defensa de nuestra frontera, cuando en el corazón de
España se escuchan las emisoras extranjeras anunciar la destrucción y
reparto de nuestro suelo. La Magistratura, cuya independencia garantiza la Constitución, sufre igualmente persecuciones
y los más duros ataques a su independencia. Pactos electorales, hechos
a, costa de la integridad de la propia Patria, unidos a los asaltos a
Gobiernos civiles y cajas fuertes para falsear las actas formaron la
máscara de legalidad que nos presidía.
Nada contuvo las apariencias del Gobierno, destitución ilegal
del moderador, glorificación de las revoluciones de Asturias y
Cataluña, una y otra quebrantadoras de la Constitución, que en nombre
del pueblo era el Código fundamental, de nuestras instituciones.
Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas, engañadas y explotadas por los agentes soviéticos,
se ocultan las sangrientas realidades de aquel régimen que sacrificó
para su existencia 25 millones de personas, se unen la molicie y
negligencia de autoridades de todas clases que, amparadas en un
Poder claudicante, carecen de autoridad y prestigio para imponer el
orden en el imperio de la libertad y de la justicia.
¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo?
¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con
proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia?
¡Eso, no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla".
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