No se puede negar que la decisión de abortar
afecta a los hombres, y ellos, al igual que las
mujeres, frecuentemente sufren el trauma post
aborto. Éste es un hecho del que casi no se
habla ni se trata. La realidad es que muchos
hombres sufren en silencio, profundamente y
a menudo solos.
Si la decisión de interrumpir un embarazo recae
solamente en el capricho de la madre, ¿es justo
que hablemos de responsabilidad paterna? Si
la mujer decide que la criatura siga viviendo,
condenamos al padre si se marcha y no asume
la responsabilidad y los gastos financieros. Pero
si la mujer decide abortar, se espera que él
permanezca en silencio al tiempo que se pone
fin a la vida de la criatura. Esto rompe el vínculo
natural de intimidad entre la mujer y el hombre
y entre padres e hijos.
Examine la siguiente carta al editor, publicada
en el periódico University of Minnesota Daily
(29-III-96), tras haberse distribuido el
Suplemento en la Universidad de Minnesota:
“Raramente se explora el lado masculino de la
situación. Muchas de las mismas emociones de
la futura madre, también las siente el futuro
padre. Hablo por experiencia propia. Mi novia
quedó embarazada cuando teníamos 18 años.
Esto no se me informó hasta después que se
había interrumpido el embarazo. Nuestras
relaciones se deterioraron durante los
siguientes meses debido a problemas de comportamiento
muy parecidos a los mencionados
en el Suplemento (Ella es una niña, no una
“opción”). Durante muchos meses y hasta años,
después de esa experiencia a menudo me he
imaginado cómo sería nuestro hijo. ¿Cuál sería
su nombre? ¿Sería yo un buen padre? Estas y
muchas otras son las preguntas que todavía
cruzan por mi mente.
No estoy sugiriendo que mi dolor, o el dolor que
puedan sentir otros hombres, sea igual que el
dolor de la mujer, pero si es algo que se debe
abordar. Sin duda, el aborto es algo que nos
afecta a todos.”
Estudiante de último año de Humanidades, UM.
.humanlife.org/publications/sacnacspanish8.pdf