Pasó más de un año desde la llegada de Zapatero al poder hasta la salida a la calle de las primeras manifestaciones cívicas para denunciar la actuación política de los socialistas. Ninguna de ellas degeneró en disturbios, ni se produjeron en ellas actos vandálicos, pese a lo cual el gobierno socialista y sus medios afines no dudaron en asociarlas con la ultraderecha e incluso hicieron circular el latiguillo de la “crispación” como acusación contra todos los que teníamos algo que criticarle al anterior gobierno.
El PSOE usó la ‘crispación’ para demonizar una rebelión cívica y pacífica
La idea que quería vender Ferraz era simplona: no discrepábamos, sino que crispábamos. Era la forma que tenía el PSOE de mostrar su desprecio por nuestra libertad de expresión, derecho que ejercimos siempre de forma cívica y pacífica. Durante todo el mandato de Zapatero asistí a numerosas movilizaciones y en ninguna de ellas se rompió mobiliario urbano, ni se quemaron contenedores, ni se agredió a la Policía. El ambiente era tan pacífico que a veces daba la sensación de que íbamos de excursión más que a un acto reivindicativo. A pesar de ello, y por sus complejos ante los sofismas de la propaganda progre, el PP no dudó en marcar las distancias siempre que pudo ante esa rebelión cívica, por miedo a que la campaña de demonización que hacían de ella los medios de izquierdas -y también alguno de derechas- perjudicase las opciones del partido de Rajoy (veremos si no acaba echando de menos haber buscado el apoyo de esa base social de la derecha a la que ha tratado con tanto menosprecio, porque buena falta le va a hacer ahora que la izquierda se le lanza a la yugular).
La izquierda se echa a la calle a los dos meses de mandato de Rajoy
Pero mi paisano llegó por fin al poder, más a lomos del descontento provocado por el PSOE que por méritos propios. Y he aquí que hoy se cumplen sólo dos meses de la investidura de Rajoy y ya se ha tragado una gran movilización de los sindicatos de izquierdas -el pasado domingo- y una violenta protesta izquierdista ayer en Valencia. Se da además la circunstancia de que el PSOE ha apoyado sin rodeos la movilización de los sindicatos, demostrando tener una cara más dura que el cemento armado, pues hace poco eran los socialistas los que aprobaban drásticos recortes sociales.
Ante los actos violentos de la ultraizquierda, el PSOE critica… a la Policía
Pero la cosa no se ha quedado ahí. Ayer en Valencia los radicales se dedicaron a quemar contenedores y a cortar el tráfico cuando y donde les salió de las narices. A diferencia de lo que ocurría cuando Rubalcaba y Camacho estaban al frente del Ministerio del Interior, esta vez la Policía actuó contra los violentos y hubo 25 detenidos. Esto no ha desanimado a los ultras que mueven los hilos de estas vandálicas protestas: ayer uno de los cabecillas de los grupos de izquierda que están provocando estos disturbios lanzó la siguiente amenaza: “Mañana tened por seguro que vamos a continuar quemando las calles de Valencia”. Y ante este gesto mafioso ¿qué creéis que ha hecho el PSOE? Pues en vez de mostrar su rechazo a los actos violentos provocados ayer por radicales de izquierda en la capital levantina y a las amenazas de quemar las calles de esa ciudad, el PSOE prefirió arremeter contra la Policía. Como ya hizo Zapatero antes de llegar al poder, una vez más el Partido Socialista flirtea con la ultraizquierda violenta para desgastar a un gobierno del PP.
Una estrategia de tensión de cara a las elecciones andaluzas
Obvia decir que no se le ocurra a nadie recordar a los cínicos dirigentes de Ferraz sus flemáticos gestos de rechazo a la “crispación” con la que identificaban toda protesta cívica contra el gobierno de Zapatero. Lo que hizo entonces el PSOE fue propaganda barata y citar ahora la “crispación” sólo serviría para provocar la risa cínica de los que consideran que todo vale, incluso arrimarse a los violentos, para conseguir sus fines políticos, en este caso evitar que las elecciones andaluzas del 25 de marzo se traduzcan en otro sonoro tortazo electoral para un PSOE al que ya sólo le queda esa región y la Comunidad Vasca en el mapa del poder autonómico. Precisamente el pasado día 13 se cumplieron 4 años de la famosa confesión de Zapatero a Gabilondo: “nos conviene que haya tensión”. Ha pasado el tiempo pero el PSOE sigue siendo incapaz de afrontar unas elecciones desde la normalidad democrática.
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