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3. Lo que funciona
Aunque casi todos los tertulianos que aparecen en los medios hacen referencia al aumento en el gasto por alumno o a reducir el número de chavales por clase como la panacea para mejorar las notas, ya hemos visto que estas dos cuestiones no son, ni mucho menos, las más importantes.
Sin embargo, sí hay fórmulas que funcionan de forma más o menos constante en los modelos de éxito. En el artículo de The Economist citado antes se estudia el caso de Ontario (Canadá), Sajonia (Alemania) o Wroclaw (Polonia). No son los únicos, como explicamos hace unos meses en Libertad Digital, las características de estos sistemas pueden encontrarse en lugares tan diferentes como Finlandia, Holanda o Shanghai.
Las claves del éxito son, según los autores de este informe, “la descentralización (devolver poder a los colegios), la posibilidad de elección entre diferentes tipos de escuelas, altos estándares para los maestros y centrarse de forma específica en los alumnos con problemas“. Además, PISA citaba como importantes la disciplina y los exámenes externos que sirvan para comparar a los diferentes centros.
En resumen, dar más libertad a los padres y a los maestros para que construyan el tipo de educación que quieren para sus hijos y alumnos. Además, esta libertad servirá para que los centros puedan pagar más a los profesores en función de sus resultados (algo que también propone Antonio Cabrales), para que puedan establecer un sistema disciplinario conforme a sus criterios y para que puedan escoger cuál es la mejor manera de tratar a aquellos alumnos con necesidades especiales.
A todo esto se une que los exámenes externos que midan la calidad de cada colegio incentivarán la competencia entre ellos, algo que se ha demostrad como muy útil allí donde se ha aplicado. Por cierto, cuando Esperanza Aguirre comenzó a hacer algo parecido en Madrid los mismos que ahora protestan en las calles también se le echaron encima.
Pero casi todos estos temas son tabúes para los dos colectivos que dominan en este momento la educación pública española: los políticos y los sindicatos. Dar más libertad a los centros en detrimento de la administración sacaría de la ecuación a los burócratas del Ministerio y de las consejerías de las CCAA. Y también quitaría mucho poder a las grandes federaciones de enseñanza de los sindicatos de maestros.
4. Los profesores
En los estudios sobre calidad de la educación siempre aparece la figura del profesor como la clave de todo el sistema. Eso no quiere decir que los docentes españoles sean peores que sus colegas europeos, pero sí que tienen peores incentivos. Como explica el profesor Cabrales: “Estamos seguros de que hay profesores perezosos, pero también estamos seguros de que hay una mayoría de docentes cumplidores y capaces. ¿No valdría la pena separar el trigo de la paja? Ya hemos mostrado en alguna ocasión evidencia de que montar esquemas de incentivos para los docentes es una buena forma de gastar nuestros escasos recursos fiscales”.
Esto quiere decir que, al igual que en el resto de empleos, un sistema de incentivos que ayude a los que se lo merecen y penalice a aquéllos que no cumplen con sus objetivos sería una muy buena forma de mejorar los resultados de la enseñanza.
Recortar los sueldos de los profesores sin más sólo provocará que los mejores estudiantes que salgan de las universidades españolas no quieran dedicarse a la docencia. Tener buenos maestros cuesta dinero, pero el sistema actual, en el que el sueldo se fija de forma directa desde cada Consejería de Educación y en el que tiene más incidencia la antigüedad que los resultados, desincentiva por completo esa búsqueda de la excelencia que debe ser la clave de todo sistema educativo.
Libre Mercado
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