Editorial del programa Sin Complejos del domingo 16/10/2011
En la creación de la Leyenda Negra sobre nuestro país ha tenido una gran influencia la famosa Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio, institución fundada en España en 1478 por los Reyes Católicos para combatir la herejía y que no sería abolida definitivamente hasta 1834, durante el reinado de Isabel II. Aunque, en la práctica, la institución había entrado en decadencia hacía ya mucho, a mediados del siglo XVIII.
En realidad, hay que decir que la Inquisición no fue una creación española, sino que nació trescientos años antes de que la introdujeran en España los Reyes Católicos. Una bula del Papa Lucio III la creó en 1184 en Francia, como manera de combatir la herejía de los cátaros.
Tampoco es cierto que las actividades de la Inquisición española fueran más generalizadas, más injustas o más crueles e inhumanas que las practicadas en otros países europeos por la misma época. De hecho, sucede justo lo contrario: precisamente por su carácter institucional, las garantías procesales eran mayores en los Tribunales de la Inquisición que en los "tribunales" ad-hoc creados para combatir la herejía o la hechicería en muchos países centroeuropeos. Y, por ejemplo, los procedimientos del Tribunal de la Inquisición prohibían expresamente muchas formas de tortura que, sin embargo, se practicaban en otros países europeos con carácter habitual.
Y las cifras son muy claras. Según los historiadores modernos de la Inquisición española - desde los americanos Lea y Haliczer al francés Dedieu, pasando por el danés Henningsen o los españoles Contreras y García Cárcel - el número total de ajusticiados por la Inquisición Española a lo largo de sus tres siglos y medio de existencia fue de entre 3.000 y 5.000 personas. En esa misma época - según Brian Levack, uno de los principales expertos en la historia de la caza de brujas en Europa - en los países centroeuropeos se quemó en la hoguera a unas 60.000 personas acusadas de brujería. Y ahí no estamos incluyendo a los ajusticiados por herejía. Como ejemplo, solo en el cantón suizo de Vaud se quemó en la hoguera por brujería casi a tanta gente como la Inquisición en toda su Historia.
Pero más que las cifras absolutas, quizá sean las relativas las que mejor permiten comparar la actividad del Tribunal de la Inquisición con las prácticas de otros países. Mientras que en España tan sólo fueron condenados a muerte entre el 2% y el 3% de todos los procesados por el Tribunal de la Inquisición, en los procesos por brujería europeos el porcentaje de condenas a morir en la hoguera estaba en torno al 50%. En algunas zonas, como el cantón suizo antes citado, ese porcentaje fue del 90%.
De hecho, en España la actividad de la Inquisición se centró fundamentalmente en las conductas heréticas y - a diferencia de otros países europeos - no existieron apenas procesos por brujería. El más famoso de los procesos por brujería en España es, sin ninguna duda, el de las brujas de Zugarramurdi, celebrado en 1610 y en cuyas actas se puede ver, por ejemplo, cómo algunos de los propios inquisidores eran los primeros en considerar que todas aquellas historias de brujas eran una solemne memez y que las confesiones de las acusadas de brujería no eran más que delirios absurdos de gente inculta y muy impresionable. De hecho, a uno de los inquisidores de aquel proceso, Alonso de Salazar, le llegaron a poner el mote de "el defensor de las brujas", por su obstinación a la hora de defender la inocencia de aquellas pobres mujeres y hombres. Sea como sea, lo cierto es que de los más de 300 encausados en aquel proceso, sólo 11 serían condenados a muerte. Y ya no volvió a haber en España más procesos por brujería. (...)
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