No quiero dejar de contar lo que me parece uno de los mayores atropellos a la inteligencia de los ciudadanos: la doble vara de medir de los medios de comunicación que se llaman "progresistas". Cuando algún político o figura cultural o popular ligada a la izquierda política yerra, los medios de ese falseado progresismo hipócrita miran para otro lado. Si el error procede de alguien cercano a la derecha política, esos mismos medios se abalanzan y dedican páginas, comentarios, reportajes y noticias al caso. Como en el verdadero debate de las ideas no les alcanza, el propósito no es otro que ridiculizar a la derecha política.
Lo vimos con Ronald Reagan, con Margaret Thatcher y, más recientemente, con George W. Bush, por citar tres ejemplos. En EEUU lo estamos viendo ahora con los candidatos republicanos a la presidencia: Michele Bachmann mete la pata con la fecha de nacimiento de Elvis Presley, y tenemos cantinela para varios días. Rick Perry dice que no cree en el calentamiento global causado por el hombre, y le acusan de estar contra la ciencia. Newt Gingrich tiene un problema en su campaña, y lo dan por muerto y sin opción en la carrera presidencial, a falta todavía de unos meses para las primarias de Iowa.
Mientras tanto, si Barack Obama o Joe Biden arruinan de verdad la economía y meten la pata, el silencio en la izquierda es unánime. No importa que Obama dijera en Oregon durante su campaña de 2008 que había recorrido 57 estados y le quedaba uno más. Sabemos que sólo hay 50 estados, pero viniendo de Obama, todo valía. No importa que en un discurso pronuncie mal tres veces en un minuto la palabra "corpsman", que haga un chiste de mal gusto de los Juegos Paraolímpicos, que confunda el alemán con el "austrio" y así una tras otra. No importa tampoco que su vicepresidente, Joe Biden, invitara en un mitin en Missouri a ponerse de pie a un senador local discapacitado y en silla de ruedas, no importa que llamara a Obama el primer candidato negro "limpio" o que dijera que la palabra "jobs" tiene tres letras.
Lo mismo pasa con figuras públicas ligadas a iconos culturales de la izquierda política. El último caso es el de Martin Luther King, Jr., figura y entorno que incomprensiblemente la izquierda se ha apropiado, pero que les sirve para aparentar defender la igualdad. Menciono esto porque en una reciente ceremonia de inauguración del nuevo memorial de Martin Luther King, Jr. en Washington, la hija del reverendo, Bernice King, se lió gravemente con la historia asegurando que Abraham Lincoln había firmado la Declaración de la Independencia.
Lo más grave, sin embargo, es que en el error había también un comentario que implicaba cosas más preocupantes. Bernice King afirmó: "Para concluir, reconozco que papá está de pie. Lincoln está sentado. A Lincoln se le recuerda por firmar la Declaración de la Independencia. A papá se le reconoce por estar de pie a favor de la verdad, la justicia, lo correcto, la paz y la libertad". La implicación de que Lincoln, el blanco, aparecía sentado y MLK, el negro, aparecía de pie, trabajando, no ha sentado muy bien tampoco por aquí.
Los medios progres han ignorado este asunto porque, por lo visto, no es plan atacar a la hija de Martin Luther King, Jr. por un simple y pequeño error histórico. Aceptemos la posibilidad de que Bernice King sepa de verdad que Lincoln firmó la Proclamación de Emancipación y no la Declaración de Independencia, y que todo haya sido un pequeño error... Lo lamentable es que en la doble vara de medir queda claro que a quienes aparecen ligados a la izquierda política se les pasan estas cosas, y a los que no, se les saca cuenta de todo, incluso por errores mucho menos importantes. Si en lugar de Bernice King, el discurso fuera Sarah Palin, de Michele Bachman o de cualquier otra figura política conservadora, faltaría papel para publicitar los hechos. Y eso no deja de ser, a mi juicio, un atropello a la inteligencia aunque estemos ya demasiado acostumbrados. Tanto que hasta tenemos que aguantar también que el sindicalista Jimmy Hoffa, Jr., presente a Obama en un acto y llame a la guerra contra los "hijos de p..." del Tea Party.
Alberto Acereda es catedrático universitario en Estados Unidos y director de The Americano.
www.libertaddigital.com/opinion/alberto-acereda/la-doble-vara-de-medir-60941/