Abuela, cuéntame cómo se acabó con el aborto en España.
-¿Otra vez? pero si ya te lo he contado muchas veces.
Sí abuela, otra vez.
- Cuando yo tenía tu edad, había un presidente que se llamaba Felipe González, es más, este presidente estuvo en el poder tanto tiempo, que gran parte de los que crecimos con él pensábamos que el mundo sólo había un presidente y un Papa y que como en la Iglesia, lo que decía Felipe “iba a misa”. En 1985, yo tenía siete años, por lo que recuerdo poco de la despenalización del aborto en España y del rechazo cívico que según parece se montó. Es más, por aquella época vivíamos en el pueblo, y allí no se movió nadie.
Pasó el tiempo, y aunque se cambió incluso de Gobierno y entró otro presidente, Aznar, la Ley no se cambió y mis amigas y yo, crecimos pensando que la Ley amparaba el aborto , que era lícito y lo poco que nosotras podíamos hacer era orientar, con las pocas luces de nuestra adolescencia, a nuestras amigas que se quedaban embarazadas. De hecho, dos de mis amigas abortaron por el camino y otras dos, tuvieron a sus bebés. Además, en el pueblo, ayudar, ayudaban el cura y las monjas, porque no había nada más.
- ¿Quién abortó abuela? ¿Qué les pasó?
Uf! eso es otra historia y casi que te la cuenten ellas, aunque después de tanto tiempo, creo que todavía no son capaces de hablar de ello. Una de ellas no puede tener hijos y la otra tiene un trastorno psicológico importante. A estas cosas las llamaban síndrome postaborto, ¿Quieres que te cuente la historia o no?
- Sí abuela, sigue por favor
Pues bien, volvió a cambiar el Gobierno y entró Zapatero casi “por accidente” que aquello no se lo esperaba nadie, esto fue antes de cambiasen la Ley electoral, que prácticamente beneficiaba el bipartidismo e incluso le daba un altísimo poder a unos partidos que se llamaban “nacionalistas” y que al final, lo que había era un trapicheo de “hoy por tí y mañana por mí” que la cosa no era nada seria. El tal Zapatero, que no parecía muy listo, sin embargo tenía un proyecto claro tampoco es que tuviese un gran rival que le hiciese sombra. Así que buscó una protagonista para su historia, Bibiana Aído, que casualmente tenía exactamente la misma edad que yo y se había educado en el seno del socialismo creado por el tal Felipe. Aunque en su pueblo, las cosas eran como en todos los pueblos, pero la niña, que tampoco era muy lista, salió protagonista y se dejó utilizar bajo la imagen del “feminismo y el progreso” que no era otra cosa que la cultura de la muerte. Obviamente, terminado su uso, se la escondió con un buen sueldo y siguió no haciendo nada y supongo que diciendo tonterías, pero ya sólo entre sus íntimos.
Y claro, como los de su pueblo y de otros muchos pueblos y ciudades de España, no eramos tontos, pues nos fuimos a la calle a protestar. Nació Derecho a Vivir, que aunque había ya otros movimientos por la vida, estos consiguieron llegar a lugares y movilizar a gente que nunca antes había salido a la calle. Y la culpa no la tenía otro que Zapatero, porque nosotros, tu abuela la primera, vivía atontada asumiendo que las Leyes no las podía cambiar el pueblo. ¿Te puedes creer que leyes de este calibre ni las votábamos? Había una cosa que se llamaban “órganos parlamentarios” que aprobaban las Leyes del pueblo según su conveniencia y eso sí, el Tribunal Constitucional después podía, según quién estuviera de Juez o presidente del TC de turno (elegidos por los políticos), las Leyes eran constitucionales o no. España era un cortijo.
Pero pasó, que nació un grupo grande, nuevo y fuerte, de personas anónimas incansables, que salieron a la calle cada día, a repartir octavillas, a levantar pancartas, a meterse con todo poder político que tratase de implantar la cultura de la muerte o quisiera vivir del cuento. Y yo tuve la suerte de conocerlos y trabajar con ellos. Y todos nosotros lo hicimos por tí, para que tú nacieras en una sociedad diferente, para dejarte el mundo en el que vives y que tantas lágrimas, tragaderas, abusos y sufrimientos nos ha costado. Así que aprovechálo pequeña mía, porque fueron muchos los que rezaron, salieron a la calle y se sacrificaron por ti.
Y ahora, termina ya de arreglarte, que Lupe y Esther nos están esperando y ya sabes que Lupe se pone muy nerviosa si llegamos tarde, ¡que hoy sí que tenemos fiesta!
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