(...)El voto femenino, “reaccionario”, y la maternidad, propia de ultras
A medida que pasan los años, he ido recordando las perogrulladas de aquel niño primero con una sonrisa y después hasta con cierta nostalgia. Y es que conforme pasa el tiempo, las llamadas “Verdades de Perogrullo” empiezan a parecer perlas de sabiduría al lado del sistemático cuestionamiento de las cosas más evidentes. Hay que decir que la ceguera ante la evidencia no es nueva. En el pasado se llegó a negar que personas de determinadas razas fuesen seres humanos racionales, iguales a los demás y libres como ellos. Hasta ya entrada la década de 1930, en España buena parte de la izquierda se opuso al voto femenino. Rafael Guerra del Río, del Partido Radical, propuso en 1931, meses después de proclamarse la Segunda República, que se estableciese la edad mínima para votar en 23 años para los hombres y 45 para las mujeres, “dada la debilidad psíquica y de voluntad e inteligencia de las mujeres antes de esa edad”.
Una diputada del PSOE, Margarita Nelken, hoy considerada una “feminista”, llegó a afirmar en las Cortes ese mismo año lo siguiente: “Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario”. Uno de los más poderosos dirigentes del PSOE en aquel momento, Indalecio Prieto, tachó la aprobación del voto femenino de “puñalada trapera a la República”. De la misma escudería política salen hoy cosas como decir que un feto de 13 semanas es un ser vivo pero no un ser humano “porque eso no tiene ninguna base científica”, o incluso equiparar a los niños no nacidos con los vegetales de las ensaladas. Es más: alguna lumbrera aún más atrevida ha llegado a cuestionar que un niño no nacido esté vivo. Por si fuera poco, recientemente querían convencernos de que la maternidad es algo propio de ultraderechistas.(...)
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