La gente sufre, padece falta de amor y autoestima. Nos hemos encerrado en un mundo concebido a la medida de quienes no saben respirar a campo abierto. Nuestra sociedad se agrieta como la misma tierra y el tsunami de la desilusión arrasa con miles de espíritus perdidos, inconscientes de su alma y su valor, ignorantes del bien, obedientes ante los tiranos, rebeldes ante los sacrificados, miserables de este mundo anclado en un penoso siglo XXI.
La razón principal de esta enfermedad parte de la destrucción de las familias. Las familias constituyen la oportunidad para el amor, la inspiración de los hombres, capaces de transformar el mundo a través de una infancia feliz y una madurez digna y responsable. La familia está siempre, cuando se la necesita, porque sus raíces son la sangre y el amor sin medidas. Hay tantas familias desamparadas en España. Tantos y tantos fracasos alentados por los medios, por el gobierno, justificados por quienes hacen negocio de la ruina ajena, por quienes son incapaces de amarse y, por tanto, de ofrecer nada parecido al amor...
Los gobiernos practican políticas contra la familia. Así, la Junta de Andalucía ha decidido ayudar a las mujeres divorciadas y con hijos mediante la concesión de una pensión. Esto podría parecer normal, y hasta acertado en aquellos casos extremos, siempre y cuando se aplique temporalmente entretanto la mujer encuentra un trabajo. Pero no es así. El asunto se agrava porque no existe similar subsidio para las mujeres casadas y con hijos, y cuyos maridos están también en paro. Por lo que se conocen casos de matrimonios que optan por separarse legalmente para percibir la mencionada paga. He aquí el resultado. Una sociedad vulnerable, dependiente e incapaz de recuperar su esencia, los pilares que la hicieron sobresalir entre el resto del mundo.
Alguien me dijo que, para mi desgracia, la mayor parte de la gente no piensa como yo. Yo pienso que lamentablemente hay demasiada gente que, sencillamente, no piensa. ¿Y tú?
Paco Bono