En el mundo hay más de mil millones de católicos y unos cientos de millones de cristianos de otras opciones. Aún así, el cristianismo sigue siendo la religión más perseguida. Nadie se mete con los musulmanes, por razones obvias; y está mal visto criticar a los judíos. Pero atacar a los cristianos sale gratis. Nada más fácil que arremeter contra quien no se va a defender, porque sus creencias se lo impiden. Sin embargo, el laicismo agresivo está llegando a unos límites intolerables, más aún en un país de mayoría católica. Está prevista una procesión en Semana Santa pensada para hacer burla de nuestra Fe. No sé si cuando publique estas líneas la habrán desconvocado. Dios lo quiera, porque eso puede acabar realmente mal.
Y es que los cristianos aspiramos a la santidad, pero eso no quiere decir que la mayoría la alcancemos. La paciencia de un católico también tiene sus límites. Además, quieren hacer pasar la procesión por las mismas calles que la oficial; lo cual, aparte de ser físicamente imposible, constituye una provocación inusitada. A veces me alegro de que mis abuelos hayan muerto, para no tener que ver esto, otra vez. La sangre de los mártires es fecunda, produce conversiones en masa, pero confío en que no haga falta llegar a esos extremos. Si a las autoridades les queda algo de sentido común y respeto a nuestras tradiciones nacionales, este post no será más que un mal recuerdo de un episodio vergonzoso más. Esperemos que así sea.