Para tener una idea sobre la degradación de nuestra sociedad basta con ver quiénes son sus ídolos mediáticos. No sólo en la prensa rosa, sino incluso en la seria, aparece gente como Kate Moss, cuya vida no es precisamente un ejemplo a seguir. Una top model que solamente mide 1,70 m. de altura, lo cual ya de por sí es extraño y hace pensar cómo ha podido llegar tan lejos en el mercado de la moda, donde todas miden más de 1,80 m. por principio. Por otra parte, físicamente no es ninguna belleza y menos ahora que se ve demacrada por sus excesos y, sin embargo, sigue siendo la estrella del momento. Tal vez porque su fama no proviene de su trabajo sino de sus relaciones conflictivas con rockeros famosos y sus juergas nocturnas, que incluyen alcohol y drogas sin límite. Es el icono perfecto de un modo de vida apegado al consumismo, sin moral ni valores.
Otro ejemplo lo constituye el actor Charlie Sheen, el mejor pagado de Hollywood; más famoso por sus adicciones y sus desplantes que por su trabajo. Sin embargo, asombrosamente, ha sido ese comportamiento asocial el que ha subido su cotización hasta límites insospechados. Aún así, ha sido despedido de su propia serie debido a sus excesos, pero no parece que eso le preocupe, ya que sabe cuál es su pasaporte a la fama. ¿Qué clase de sociedad le estamos presentando a los niños y adolescentes?. Un lugar donde sólo importa el dinero y el poder del que dispongas y no la forma en que lo has logrado. Un paraíso de los antivalores, donde, cuanto más te saltas las normas y pones en peligro tu vida, más te aprecia ese monstruo que hemos creado, que es el gran público.