Llevaba un mes sin escribir, pero no lo habéis notado porque tenía posts acumulados. Después de este descanso, vuelvo con la idea de reivindicar mi capacidad. Todavía hay quien piensa que no puedo opinar porque soy un ama de casa sin estudios superiores. Pero, el hecho de que haya sido más espectadora que actriz en esta película, me ha enseñado mucho. De todas maneras, no hay que olvidar que yo soy una joven de los años ochenta. Nosotros inventamos la rebeldía. Lo que no viví en carne propia, lo pude experimentar entre mis parientes y amigos: alcohol, drogas, sexo, embarazos inesperados, extremismo político, delincuencia, terrorismo... Fue un tiempo difícil y ya estamos de vuelta de todo. Somos los supervivientes de una época.
Como dice una presentación muy graciosa que circula por internet, nosotros conducíamos sin cinturón, íbamos siete en el coche, patinábamos sin rodilleras y montábamos en bicicleta sin casco. Nosotros comíamos grasas animales, fumábamos y nos íbamos de vinos antes de la edad reglamentaria y pasábamos la noche fuera. Eran los años de la movida madrileña. Digamos que no me he criado en una jaula de cristal. Hay cosas de las que todavía me arrepiento. Además, he visto caer a muchos por el camino. He aprendido sobre la vida observando a mi alrededor, y no creo que lo hubiera hecho mejor desde una oficina o estudiando varias carreras. La experiencia es la mejor escuela que existe. Por eso, creo que tengo la capacidad suficiente para opinar y el derecho de hacerlo, como cualquier otra persona.