Tengo muchas ideas en la cabeza pero poca inspiración. La verdad es que no acabo de centrarme. Quería hablar por ejemplo sobre la cultura occidental y, muy especialmente, la española. Una cultura para una sociedad que hunde sus raíces en el cristianismo. No se explica la literatura, ni el arte, ni la historia de Europa sin los ideales religiosos que han marcado ochenta generaciones. ¿Cómo he hecho el cálculo?. A cuatro generaciones cada siglo, por veinte siglos. Dos mil años de historia, en los que la vida social, política y personal de los europeos no se entendía sin tener en cuenta el cristianismo. En él está el origen de la democracia actual, los derechos humanos y todos los logros sociales conseguidos. Por él se ha logrado el progreso que nos ha traído hasta aquí.
Ésa es la causa de que otras culturas, basadas en el Islam o en múltiples deidades, no hayan conseguido salir del subdesarrollo. Su concepción del mundo es un lastre a la hora de cambiar. Sin embargo, los cristianos siempre estamos abiertos al cambio y a intentar mejorar nuestras condiciones de vida y las del prójimo. Es una religión abierta y tolerante. Precisamente por eso, hemos caído también en la trampa del laicismo y la ideología de género que amenaza con destruir el mismo pilar de nuestra sociedad: la familia. Pero, no se puede acabar con veinte siglos de historia como si se tratara de algo pasado de moda, como los pantalones campana. Renunciar al cristianismo supondría renegar de nuestras propias raíces.