Después de escribir el post anterior, (el de por qué), miré por la ventana y vi a una señora paseando en un cochecito a un niño de unos ocho años. Pasó a su lado otro niño en bicicleta y le saludó. Debía ser un compañero de clase. Entonces me puse a pensar hasta qué punto tengo derecho a quejarme o desmoralizarme, si al fin y al cabo mis hijos están bien de salud. No me imagino lo que debe ser tener un niño minusválido y lo que debe sentir el chico cuando ve que sus amigos pueden caminar y moverse y él está atado a su silla de ruedas. Debe ser tremendo. Porque cuando alguien se queda paralítico siendo ya adulto, al menos ha disfrutado ya de su niñez..., aunque siga siendo muy duro.
Siempre hay cosas peores allá donde mires. Los tetrapléjicos están mucho peor que los paralíticos. Los que tienen enfermedades degenerativas, peor aún. Los que han quedado así por culpa de un delito o un atentado, además sentirán la rabia de saber que es culpa de otro. Eso debe ser terrible. Pero casi es peor saber que tienes la culpa de haber dejado a una persona así, si es que se tiene la conciencia en forma. Por causa del terrorismo hay decenas de personas en esa situación. No me explico cómo alguien puede ser capaz de causar algo así conscientemente. Total, que he llegado a la conclusión de que me quejo de vicio. A veces hay que mirar un poco alrededor y no quedarse centrado en uno mismo.