Dice Stephen Hawkings que el universo se creó a sí mismo. Eso no tiene sentido. Dice que era un punto inmaterial inmensamente denso que explotó. Vale, ahora vamos a pararnos a pensarlo un momento. ¿De dónde salió ese punto y por qué hizo explosión?. Se supone que todos los seres vivos y objetos inertes han aparecido por casualidad debido a reacciones químicas aleatorias. Sin embargo, cuanto más estudia la ciencia la composición y el funcionamiento de los seres vivos, más se puede comprobar que existe un sistema tan complejo que un mínimo fallo hace que todo deje de funcionar. Es decir, que está pensado al milímetro y eso no puede ser por casualidad o por simple azar.
En cuanto a la materia y la energía, está claro que son la misma cosa y que todos los tipos de energía confluyen en una de la que ha surgido todo lo que existe. De este modo, los avances científicos no hacen más que confirmar la existencia de un ser todopoderoso, compuesto de energía pura, el cual se transforma dando lugar a todo lo que conocemos, lo mismo en nuestro planeta que en los confines del universo. Por tanto, la fe no sólo no está reñida con la investigación científica, sino que es la explicación última a la que llevan de forma natural todos los descubrimientos y avances que ha habido hasta la fecha. Lo que ha quedado claro es que la ciencia puede copiar a la creación, pero no es capaz de crear algo nuevo.