Escribiendo contra el aborto, hablamos mucho del bienestar de la madre y del hijo, pero tendemos a olvidarnos de los padres. Es cierto que existen casos en que se desconoce quién es el padre o en que éste se desentiende del fruto de su actividad sexual; pero también existen muchos padres entregados, que incluso estarían dispuestos a hacerse cargo del bebé, como en el caso de Cristiano Ronaldo. Cuando se trata de un hijo, contiene exactamente el 50% de genes de cada padre y no resulta justo privar a uno de ellos de voz y voto. El hecho de que la mujer lo lleve dentro por razones fisiológicas no le otorga más derechos sobre el concebido que los que pueda tener el padre y, en cualquier caso, debería primar siempre el derecho a la vida de la nueva persona que ya existe.
Una vez nacido, lo lógico y saludable es que el niño tenga contacto con su padre y su madre. Sólo así se garantiza una buena madurez psicológica. Un hijo necesita convivir con un modelo masculino y otro femenino, como mínimo, para poder definir su personalidad y su diferenciación sexual. Los hijos que no cumplen con esta condición suelen tener trastornos de conducta. El padre es una figura necesaria en la vida de una persona, también cuando ya es adulto. Su labor resulta imprescindible y no puede ser asumida por otra persona. El proceso de identificación o diferenciación con el padre es una de las etapas fundamentales de la vida. Además, sin su cariño ningún proyecto vital podría estar completo.